Veo un anuncio en la tele en la que una madre le compra a su hijita un vestido holgado o "ropa de crecimiento", con las mangas sobradas y que tienen que doblarse, para que le dure a medida que la niña vaya creciendo.
Y pienso en mi niñez, cuando mi abuela me llevaba a una sastrería para que me confeccionasen, a medida, bien un traje o bien un abrigo, etc. , llevando nosotros la tela (lo que se conocía por "un corte de traje, o un corte de abrigo") que se había comprado en un comercio textil (o que me hubiere regalado algún pariente por Navidad, etc.).
Y mi abuela siempre le decía al sastre que me tomaba las medidas "faci-li de creixença" (hágaselo de crecimiento) o sea, grande y holgado, con las mangas más largas de lo justo necesario, para que aún que yo creciera (estaba en la edad) el traje (o abrigo) me durase unos años (estábamos en época de post-guerra y vacas flacas). Y cada vez que yo escuchaba esta indicación "de creixença", me cogía una mala leche cósmica pues ello representaba que casi nunca podía lucir una ropa ajustada a mi medida.
Pero lo que me daba más mala leche era que los trajes (en aquellos tiempos los niños íbamos a colegio con traje) y cuando por la edad ya no usábamos pantalón corto, fueran con pantalones de "golf", que estaban de moda pero con los que yo me sentía tremendamente ridículo.
Coronel Von Rohaut
La pregunta obviamente es: ¿En algún momento esos trajes llegaban a ser de su medida? Porque a mi padre le compraban los zapatos grandes con la misma intención, pero se le rompían antes de que el crecimiento los hiciera de la medida apropiada.
ResponderEliminarBueno, llegaba un momento en que más o menos te sentaba bien, pero duraba poco ya que tu seguías creciendo y entonces ya te iba quedando corto de mangas y, además, sí, ya era viejo.
ResponderEliminar¡Qué tiempos!
Pero lo peor eran los pantalones de golf....