Durante la gloriosa época franquista había un ministro de asuntos exteriores (1945/1957), un tal Alberto Martín Artajo, ferviente católico y vaticanista que antes fue Presidente de Acción Católica (nombrado por Franco mismo), y que provenía de los "propagandistas" del cardenal Herrera.
Se contaba un chiste que un día, presidiendo junto con el general Franco una procesión de la Semana Santa de Sevilla, al pasar por delante de la gente ésta, enfervorizada, gritaba: "¡Franco Artajo! ¡Franco Artajo!". Y entonces, un borracho que lo escuchó, replicó,"qué coño ar Tajo, ar Guadarquiví, que eztá má zerca".
Bien pues ahora un sobrino-nieto del tal ministro, llamado Javier Martín Artajo y que trabajaba en el banco de inversiones americano J.P. Morgan, en Londres (*), está buscado por la justicia americana, por estafa. Y pendiente de extradición, si se concede...
Al ministro no le echaron ni al Tajo ni al Guadalquivir como pedía el borracho lúcido (ni al Franco tampoco) y ahora un descendiente suyo ha salido chorizo de altos vuelos y cuello blanco. Ignoro si irá a confesarse con algún cardenal amigo...
Coronel Von Rohaut
(*) Disfrutaba de uno de los sueldos más altos de la City.
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