Por la tele ponen un anuncio, creativo, donde un chaval se vuelve como loco al encontrar, en una caja de regalo, "un palo". Y va gritando con gran alegría "¡un palo, un palo, un palo!".
Me parece bien este querer valorar las cosas sencillas de la vida y yo, de pequeño y sin nintendos ni playstations (*), me lo pasaba de cojones pegando tiros con "un palo" ya que las pistolas y escopetas de juguete eran bastante caras y no podía tener las que quisiera.
Claro que no reivindico tiempos pasados, que no siempre fueron mejores ya que, por aquellas mismas fechas, España estaba llena de desnutrición infantil (mucha más que ahora que la vuelve a haber), de piojos, anemia, sarna y hasta tuberculosis.
Yo tenía mi abrigo de lana para el invierno y, ya un poco más mayorcito y como ya he explicado, iba a colegio con traje (de pantalones de "golf" ¡uf!).
Para desayunar y cada día (¡qué cansino!) mi abuela me hacía una económica pero caliente y reconfortante sopa de pan (de cebolla). Y al mediodía no me faltaba el caldo de pollo o la chuletita de cordero. Y casi cada noche, pescado: una rodaja de merluza fresca que mi abuela compraba a diario en el mercado del Clot, o bien una o dos "palaies" (platijas o acedías, unos pequeños lenguados) fritas; y verdura y fruta a diario.
Todo y que en casa, con mi padre prisionero durante 5 años en un campo de concentración de Alemania (el "Stalag 6a", cerca de Dortmund), pasábamos apuros económicos, yo me puedo considerar, relativamente y dentro de aquel contexto histórico y social, un privilegiado.
Pero recuerdo la escopeta "de palo".
Coronel Von Rohaut
(*) Y mucho menos televisión. Solo una pequeña radio de 4 lámparas o válvulas, con la que cada noche, en familia alrededor de la mesa, escuchábamos el Servicio Exterior de la BBC de Londres (que emitía para el extranjero en muchos idiomas), para estar al día del transcurso y vaivenes de la IIGM. Las emisoras españolas, fascistas, daban muchas mentiras y tergiversaciones (hasta que los aliados empezaron a ganar la guerra...). Y si escuchabas bien por el ojo de la escalera, sentías que casi en todos los pisos sintonizaban la BBC; que esto era Barcelona y no Madrid ni Salamanca, donde daban pábulo al "parte" de Radio Nacional.
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