El jueves es un día cualquiera de entre semana y por ello me ha parecido oportuno hacer un almuerzo vulgar, sin ninguna sofisticación ni clase: me he comprado 4 buenas lonchas de "cap de llom" o sea, y si no me equivoco, filete de aguja, en castellano fino; un corte muy económico de cerdo fresco, pero, al ser más graso, mucho más sabroso que el lomo o "llomillo".
Me las he asado a la plancha a fuego vivo (*) y las he acompañado de unos pimientos del piquillo, al ajillo. Y para empezar me he preparado un poco de ensalada de cebolla, de Figueres, que es la que es un poco azul y bastante dulce, con un arenque ahumado en salazón al aceite.
Como que tenía la impresión, muy subjetiva al comerme todo esto, que para nada se trataba de una dieta ligera y propia de un vejete como yo, profundamente avergonzado pero no arrepentido, lo he acompañado todo de un crianza Ribera de Duero. Dicen, y lo dicen los gabachos y lo ha confirmado una universidad americana, que el vino tinto equilibra el exceso de colesterol que se ingiere; y si no es cierto, está bien hallado... A mi, por lo menos, me convence y estoy seguro que place a Dios.
Luego, ante la tele y dando las noticias, el "parte" que dicen que decía el general Franco, me he dormido, beatíficamente, durante unos minutos; los justos para no enterarme de lo que ocurre en Ucrania; como si a mi, Ucrania, me importase un carajo...y que Dios me perdone...
Pero debo confesar, y lo confieso, que aún mucho menos que Ucrania, me importa lo que piensen el Rajoy, los hispano-castellanos y la madre que los parió; como decía aquel gran filósofo catalanizado que era el gallego Pepe Rubianes, a mi, España, me chupa la polla...
¡Qué quieres que te diga...!
Coronel Von Rohaut
(*) "Catalan barbecue" se podría llamar...
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