Juro que cada día se me hace más cuesta arriba coger el autobús (*) para ir a desayunar.
Pero hoy me he armado de valor y me he llegado hasta "Can Vilaró", frente al mercado municipal de Sant Antoni, y me he comido una ración de riñones de cordero (acompañados de un vinillo de Gandesa, en la Terra Alta de Tarragona), en la que se escuchaba cantar a todo el coro de los ángeles del cielo.
Luego, un carajillo de Rom Pujol y me he quedado muy en paz con Dios y conmigo mismo...
Coronel Von Rohaut
(*) Y no digamos en coche, tener que aparcar, etc....
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