Ante la posibilidad remota, pero que empieza moverse, de una eventual modificación de la Constitución española, en estos días se vuelve a repetir, "ad infinitum" y hasta "ad nauseam", desde todas las tribunas de Madrid, pero también ayer mismo por parte del secretario del PSC, el bienaventurado del Pere Navarro, que ninguna Constitución del mundo contempla el derecho de una parte a separarse, a irse.
Y es verdad. Pero en los últimos años se han independizado una multitud de países (*). ¿Que cómo lo han hecho? Pues muy fácil: pasándose por el forro de los cojones las leyes o Constitución del país que se lo impedía y del que querían irse; y se fueron...
Y redactaron su propia Constitución... Y fueron felices y comieron perdices.
Coronel Von Rohaut
(*) Y no me quiero remontar, para no parecer cansino pues ya lo he hecho numerosas veces anteriores en este "blog", a la Independencia de los Estados Unidos de América, tan modélica política y filosóficamente (¿Se han leído alguna vez, los malditos e ignorantes españolitos, la Declaración de Independencia y la Constitución Americana ("We, the people") de Thomas Jefferson?)
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