El dirigente pepero (pero los "sociatas" eran iguales...) extremeño, populista y demagogo a la par que falaz y calumniador, éste que con el dinero de los catalanes que recibe a través de subvenciones del gobierno de Madrid que lo trasvasa, paga ayudas a sus súbditos, les rebaja impuestos y ofrece incentivos económicos a las empresas foráneas que quieran ir a establecerse en aquella bella zona, tan propicia y adecuada para la cría y engorde de cerdos, ha vuelto a abrir la boca y a cagarla; porqué el pobre hombre tiene diarrea mental e idea que tiene, idea que la caga...
Ha dicho, ante el proyecto secesionista de Catalunya, que ningún político (se refiere al Artur Mas, claro) tiene derecho a impedir que ningún catalán pueda seguir siendo español.
Ha utilizado la conocida práctica retórica (más vieja que el sacarse los mocos de la nariz) de inventarse una afirmación para rebatirla, inventarse una situación, para negarla. Porqué nadie ha dicho jamás que en una Catalunya soberana, todo aquel catalán que desee seguir siendo español (*) no lo pudiera hacer, legítima y libremente. De igual forma que en Catalunya, como en la misma España, siguen residiendo miles de personas que siguen siendo franceses, italianos, moros, alemanes, peruanos, suizos o bolivianos... ¡y nadie les persigue ni les toca los huevecillos, salvo para exigirles algún tipo de certificado de trabajo o justificante de tener medios de subsistencia ya que, de lo contrario, se convertirían en indeseables vagos y maleantes!
Lo único que sí que se pretende con la independencia, es que todos aquellos miles de catalanes y cada día que pasa somos más, que solo queremos ser catalanes, no tener que sufrir o padecer la vergüenza de ser españoles, de ser extranjeros en nuestra tierra, nuestra patria, y lo podamos ser, por fín.
¿Tanto cuesta de entenderlo, Monago de mis cojones, españolitos de mis pesadillas nocturnas y de mis zozobras y angustias diurnas y de mi asco contínuo?
Coronel Von Rohaut
(*) Y tanto por causa de un nacimiento foráneo, una herencia dinástica familiar o un delirio sentimental mal digerido. O por una desinformación histórico-cultural, por el síndrome de Estocolmo mal curado, o como por alguna malformación genética como sería la presencia de una copia extra del cromosoma 21, etc.
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