Evidentemente que las manifestaciones antisemitas (¿y las anticatalanas y altamente ofensivas e insultantes que, a cientos y a diario, aparecen en el Twitter?) deben ser reprimidas y castigadas, ya que esto no es "libertad de expresión".
Pero panfletos y panfletistas (algunos hasta divertidos) los ha habido toda la vida. Es inevitable y hasta sano que la gente pueda expresar su mala leche; todo antes que lanzarse a la calle y empezar a degollarse unos a otros...
Y tratar de cerrar o censurar dichas redes sociales es como querer ponerle puertas al campo; esencialmente cuando el "venerable" señor Ministro (un sectario de mierda) se enfada solo cuando le faltan a él o a los suyos...
No debe matarse al mensajero; en todo caso, deben mejorarse los mecanismos que producen o causan la desafección del pueblo.
Por ejemplo yo, casi a diario, insulto a los hispano-castellanos (*). Y lo hago a disgusto ( a contracor, que decimos en catalán) ya que yo, primordial y básicamente, soy una buena persona y muy educado.
Si quieren que deje de insultarlos solo tienen que permitir (ya no digo ni fomentar ni propiciar, solo permitir o no impedir) que Catalunya, el buen pueblo catalán, la Nación Catalana, pueda independizarse y alcanzar su plena soberanía de estado nacional.
Que todos los habitantes de todos los países son nacionalistas de su propia nación. Y confundir este nacionalismo, digno, correcto y hasta positivo, con un "nacionalismo" fanático, enfermizo y hasta criminal, o bien utilizar, como se hace a menudo en la España castellana, la palabra "nacionalista" como insulto y símbolo de algo nocivo (como, por ejemplo, fue el "nacional-socialismo" fascista o "nazi"), es propio de mentes estrechas, retorcidas y castellano-centristas, ancladas en su primitivo y pre-humano cerebro de reptil.
Coronel Von Rohaut
(*) Y a los putos sarracenos. ¡Con estos, la solución es muy fácil: solo hace falta devolverlos y que se queden en sus putos pueblos!
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