Cuando con mi familia, y los hijos pequeños, veraneábamos en Ciutadella, Menorca, nunca dejaba de visitar Na Macaret, un pequeño puerto natural subsidiario del Port d'Addaia, en la salvaje costa norte de la isla.
Entonces solo había, aparte del Bar al fondo de la diminuta playa, la línea de casas (y creo que tampoco tantas...) que, a la izquierda de la imagen, se encuentran en primerísima línea de mar y con un rudimentario muelle de piedra.
Las demás construcciones, a la derecha y, a la izquierda justo detrás de las primeras casas, no existían, por lo que el lugar quedaba como mucho más agreste y natural. Y la salida hacía el mar, a la derecha, quedaba medio cerrada por unas rocas donde rompían las olas y que le daban un aspecto exótico y marinero.
Las citadas casas eran de pescadores y, en los bajos, la puerta no era la del garaje (entonces ya sí y para guardar el coche), si no que habían sido para guardar la barca. Intenté alquilar una para el verano pero todas eran propiedad de gentes de Alayor y Mercadal, que las tenían para su uso estival, por lo menos, entonces...
Y el otro paraíso de la isla y al que íbamos muy a menudo a bañarnos pues se podía llegar en coche hasta muy cerca de la playa y casi hasta tocar la arena, era la desierta Cala N'Turqueta, de arena blanca y maravillosas aguas color turquesa, en la tranquila y más cálida costa sur de Menorca (*).
Creo que mi hijo que está allí, desde Barcelona y en yate de vela con unos amigos, ha hecho noche fondeado en esa cala. Ya me lo contará cuando regrese y, de ser así, no puedo expresar cuanto le envidio y, al mismo tiempo, cuanto me alegro por él.
Coronel Von Rohaut
(*) Entonces, y ya hace años, en un día cualquiera en pleno mes de Julio y al mediodía, mi esposa, la Pili, estaba como loca ya que era la unica persona que se estaba bañando en el mar, con toda la cala para ella sola; y en la arena solo habrían como dos o tres familias más...
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