Aquel que se creía un intelectual (*) y no era más que un casposo sacamuelas andaluz de corto entendimiento pero lengua viperina, el tal Alfonso Guerra, ex-segundo de todo del González, anuncia que se jubila del Parlamento, donde ya era el diputado más antiguo y último superviviente de la primera legislatura, la de la transición. Un tipo que en su puta vida había trabajado pues había pasado del teatro del SEU (falangista) a la política...
Pero hay gente que no debería jubilarse, si no que nunca debería haber entrado en la vida pública. Es mas, y si se me permite decirlo, hay ciertos individuos que jamás deberían haber ni nacido. El mundo iría mejor.
Este tío presumía que él (y su partido) habían cambiado tanto a España que ni la reconocería la madre que la parió. Es cierto que en aquellos tiempos el país, sociológicamente, cambió mucho y algunas leyes, como las del divorcio (de Adolfo Suárez), la primera del aborto, la entrada en la OTAN y en la Comunidad Europea, y otras, fueron un entrada de aire fresco y modernidad en una España eterna, profunda, integrista y anclada en la antigua historia (que ya antes era antigua...).
Ahora bién, son cambios que, empujados por el viento de la historia, hubieran llegado igualmente (todo y que los neardentales del PP, luego, han intentado dar una vuelta de marcha atrás...).
Pero yo, al Guerra, le recuerdo especialmente por la soberbia y alegría descarada con las que anunció que "se había cepillado el Estatut de Catalunya". Y de aquellas lluvias han venido estos lodos... mira tu si lo era de inteligente este andaluz malnacido y ultranacionalista español.
Coronel Von Rohaut
(*) Los auténticos, los que lo son de verdad, no andan presumiendo de ello, como hacía él...
Sin contar que fue el reponsable de que energéticamente dependamos de los argelinos
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