Ayer volvió a ser elegido presidente de la CEOE, la organización empresarial española, el catalán (que no catalanista, para nada) Joan Rosell. Pero lo fue por poco margen.
Una de las razones en contra de Rosell durante la campaña electoral era que éste "había catalanizado en exceso a la CEOE" (con sede en Madrid, faltaría más, que es donde, como se sabe, el numero de funcionarios, políticos y enchufados de todo pelaje quintuplica el de "empresarios"...).
Rosell provenía de la presidencia del Foment del Treball, la gran patronal catalana, igual que el fallecido Ferrer Salat que fundó la CEOE y fue su primer y efectivo presidente. Luego accedió, y durante muchísimos años, un vulgar y chulesco funcionario madrileño procedente del SEU (bajo Martín Villa) y de los franquistas Sindicatos Verticales. Tenía de empresario lo que mis cojones de geranios rosas.
Y a este José Maria Cuevas le sucedió otro madrileño que, con el tiempo fue a parar a la cárcel por chorizo, igual que en la cárcel o imputados también por chorizos (*) están ahora algunos de los vice-presidentes madrileños de Rosell.
Pero entiendo que, en la meseta, catalanizar sea, mas que un defecto o un fallo, un verdadero pecado mortal, ya que ser catalán, por si solo, ya debe ser una lacra hereditaria que debe ser extirpada de todo puesto de mando o de responsabilidad en España (que no olvidemos jamás que es "una unidad de destino en lo universal", y en objetivo tan grandioso e imperial no cabe lo catalán, provinciano y de vuelo gallináceo, y que habla una especie de "patués" pueblerino e inenteligible...)
Coronel Von Rohaut
(*) Ser "chorizo" es, en realidad, la quintaesencia de lo hispano-castellano y desde tiempos inmemoriales.
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