Un "óbolo" (del nombre de una antigua moneda de la Grecia clasica, arriba, y sexta parte de una "dracma") es una pequeña dádiva o limosna.
El "óbolo de San Pedro" es la cantidad dineraria que, anualmente, los obispos de todo el mundo católico han de enviar al Papa de Roma, para que pueda ejercer su autoridad religiosa y llevar a cabo las obras de caridad de la Iglesia mundial.
El "óbolo de San Cojoncio" es el donativo forzado (o sea, robado) que, cada año y ya dentro de poco, los catalanes hemos de aportar a la Hacienda española, ahora dirigida por el sinvergüenza del Cristóbal Montoro, para que su jefe, el bribón y caradura del Rajoy, acompañado de sus ministros y demás golfos practicantes del gobierno central castellano, lo puedan malgastar a manos llenas en corruptelas, malversaciones, obras inútiles y faraónicas, dilapidaciones sin fín y sin ton ni son, concesiones de obras a amigos y visitantes asiduos "del palco" (éstas sí que tienen un fín...), etc.
Naturalmente inversiones, adecuadas o no, pero siempre dirigidas a territorios fuera de donde habitan, nacen o residen, los "paganos", los malditos gusanos catalanes a los que no dejamos ni dejaremos, ni locos o borrachos de vino hasta el culo, independizarse de España, para poder seguir ordeñando la "vaca catalana" y chupar de su teta hasta que muera tísica.
Y a ellos, los catalanes, estos pueblerinos estúpidos que se empeñan en hablar raro, antes que dejarles llevarse su vaca a su casa, se la matamos aún que nos quedemos sin leche, ni mantequilla, ni terneros...
¡Que esto es España y a tí te conocí en la calle...!
¡Pues esto es lo que se entiende por un "óbolo" en Castilla o su heredera, la España profunda y eterna!
Coronel Von Rohaut
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