O sea, entre las grandes batallas navales de la Bahía de Manila y la de Santiago de Cuba, ambas entre la Armada Española y la US Navy de la emergente República de los Estados Unidos de América, en las que las fuerzas españolas, con navíos viejos, obsoletos, renqueantes y posiblemente mal comandados, fueron masacradas por la US Navy, tuvo lugar el fin del Reino de España como potencia mundial que había sido durante siglos.
Y nunca jamás ha levantado cabeza. Perdidas la Manila de las Filipinas y la Habana de Cuba (la pérdida de las cuatro plazas de Africa del Norte a principios del siglo XX ya fueron puramente testimoniales) a la España castellana ya solo le ha quedado, para explotar colonialmente y expoliar de forma miserable, Catalunya.
A lo que ha venido dedicándose de forma soberbia y encarnizada. Y de la misma forma que, en parte, por no conceder a tiempo, a Cuba y Filipinas, la autonomía que le venían pidiendo, acabó por perderlas del todo (antes de la hora ya que, al final, las habría perdido igualmente por culpa de los vientos o el devenir de la historia), acabará por perder Catalunya.
Y ya falta poco, a Dios sean dadas las gracias.
Coronel Von Rohaut.
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