Sor Lucía Caram, la monja catalano-argentina e independentista, que lucha por el bienestar de las gentes, dice de si misma que es una monja cojonera, por su insistencia en sus postulados y demandas a través de todos los medios de difusión a los que alcanza a aparecer. Y es una buena persona.
Pero la otra monja, la benedictina Teresa Forcades, si bien tuvo mucho exito, y yo la aplaudí, al atacar a las industrias farmacéuticas internacionales por sus excesivos beneficios al vender unas vacunas antigripales que se averaron totalmente innecesarias (*) y cuando los gobiernos ya se habían gastado miles de millones en ellas, ahora exagera siguiendo con su campaña. De no ser por el invento de las vacunas (con sus pros y sus contras pero con prevalencia absoluta de sus bondades para la salud y el fín de muchas epidemias mortales), por parte del profesor Pasteur que, desde su creación, han salvado millones de vidas, la humanidad sería distinta y más infeliz.
Como sería distinta si no se hubieran inventado los automóviles y también las fabricas de coches (que ofrecen muchos lugares de trabajo) ganan dinero con ellos. ¿Vamos a prohibirlos por este detalle? ¿O vamos a dejar de comprar huevos porqué las granjas tienen beneficios?
¡Claro que las farmacéuticas tienen unos beneficios escandalosos, pero igual de escandaloso es que yo siga vivo gracias a ellas y sus avances...!
Menos demagogia, Forcades... (y un severo control siempre será necesario, pero esto es un tema político y no solo en esto...)
Coronel Von Rohaut
(*) ¿Qué hubiéramos dicho si, por desgracia, hubieran resultado necesarias y los gobiernos no las hubieran tenido a tiempo?
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