Cuando los catalanes hablamos de "la Patria Catalana" y defendemos su unidad y, sobre todo, la imperiosa necesidad de independencia del estado español y consecución de un estado propio y soberano para preservar su esencia y asegurar su supervivencia política y material (*), estamos manejando un concepto casi romántico y épico que se refiere al suelo de nuestros antepasados, a la existencia de una lengua y cultura comunes, características y particulares, provenientes de una historia propia y diferenciada de la de nuestros vecinos y que ha conformado una idiosincrasia y manera de ser, no mejor (que para mí, también) pero si distinta de la de otros pueblos circundantes.
Y también, en muchos casos, el amor y agradecimiento a la tierra que te ha acogido.
Mientras que los españoles no pueden utilizar este mismo concepto ya que en el "estado español" conviven (mal conllevan) distintos pueblos diferenciados entre sí (histórica, étnica o antropológicamente) y varias culturas y lenguas, tan respetables las unas (catalán, galaico-portugués, euskera) como la otra (castellano) que se ha impuesto sobre las demás de forma opresivamente imperialista y siempre por la fuerza de la demografía y de las armas (excepto, quizás, en el caso vasco).
Luego, la defensa de la unidad española es, siempre y tan solo, una defensa patrimonial. La defensa de unas conquistas materiales y territoriales obtenidas por derecho de conquista. Los castellanos entienden la "sagrada unidad de la Patria" como el mantenimiento, en exclusiva, como monopolio y por la fuerza, de la llave de la despensa o sea, la llave de la caja común de la que se abrevan castellanos, andaluces y extremeños, alimentada por las aportaciones obligadas (exacciones fiscales asimétricas) de los impuestos desvalijados a los habitantes (catalanes de origen o inmigrados) de Catalunya (así como de Baleares).
No, ni somos iguales, ni queremos serlo, ni pensamos parecido...
Coronel Von Rohaut
(*) Lo que comportaría la mejora del nivel y calidad de vida de sus habitantes, al disponer libremente de todos nuestros recursos ahora expoliados y malbaratados por funcionarios extranjeros y especialmente hostiles.
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