miércoles, junio 29, 2016

Pequeños placeres en mi recuerdo

En mi época de viajes por los USA siempre buscaba hoteles que dispusieran de camas "king size", extra anchas en las que se podía uno acostar atravesado del todo y sobraba espacio; eran muy confortables.

Algunos hoteles tenían colchones de agua que entonces empezaban a ponerse de moda; creo que no cuajó. Yo lo probé una vez y encontré muy desagradable el pasarte la noche como flotando; prefiero una cierta estabilidad y rigidez. Algunos tenían colchones vibradores, pero era un servicio que siempre había que pagarlo aparte (funcionaba con monedas) y tampoco tenía muchas ventajas (¡quizás si estabas folgando con una dama...!).

En un par de ocasiones estuve en hoteles cuya bañera, con mamparas de cristal con burletes de goma y que cerraban herméticamente, además de bañarte y/o ducharte, podías tomar un baño de vapor. Al lado de la ducha, en el techo, había una salida de vapor caliente que, al cerrarla y antes de abrir la mampara, un extractor sacaba el aire caliente y húmedo; luego y sin moverte, tomabas una ducha de agua fría y quedabas como nuevo.

Lo que sí agradecí siempre es que, no solo en hoteles de lujo si no incluso en casi todos los de primera categoría, en cada planta, al lado del ascensor había una máquina "Scotsman", tamaño semi-industrial, de fabricación de cubitos de hielo. Cuando llegaba cansado de mis actividades diarias y con los piés hinchados si había andado mucho, llenaba la bañera con dos palmos de agua y echaba dos cubos de cubitos de hielo. El baño de piés refrescante era sumamente reparador y luego dormía como un querubín...

Ignoro si con el tiempo todas o algunas de estas ventajas han llegado a la hostelería hispana y francesa (que también tenía mucho que desear, salvo en los hoteles muy nuevos que no eran la mayoría; los más, muy elegantes y con mucho "caché", pero un poco antiguos...)

Coronel Von Rohaut

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