El general Douglas McArthur, cuyo valor militar jamás discutiré y reconozco que es uno de mis héroes históricos, fue premiado con la Medalla de Honor del Congreso por su defensa de Bataán (Filipinas), a pesar que luego huyó de la Fortaleza de Corregidor, donde dejó al general Wainwright al mando de las fuerzas.
Claro que McArthur se retiró (en una épica huída en lancha torpedera a través de los estrechos vigilados por las fuerzas navales japoneses) por orden del presidente Roosevelt; pero la órden le fue bien para salvarse, él y su familia. Y a la llegada a Australia le llegó la condecoración mientras que él mismo negó su apoyo a que también se la concedieran a Wainwright, por haberse rendido en contra de sus órdenes. Para no morir de hambre él y sus miles de soldados, que fueron hechos prisioneros y la mayoría fallecieron durante la marcha hacía el campo de concentración (*).
La otra gran injusticia es al final de la guerra y después de que ya fueran ascendidos a "Admiral of the Fleet", Chester Nimitz y otros dos almirantes americanos, también fuera ascendido el almirante Bill Halsey, que jamás tuvo ninguna victoria naval verdaderamente retumbante y que en la Batalla del Mar de Filipinas, por un error suyo, se diera la desequilibrada Batalla de Samar.
Mientras que el almirante Spruance, vencedor de dos de las mayores batallas del pacífico, Midway y Filipinas, no obtuviera su quinta estrella por la animadversión de un político de Washington, amigo de Halsey.
Coronel Von Rohaut
(PS) En el teatro africano-europeo, solo Eisenhower y luego Bradley (que había sido ayudante de Patton) recibieron la quinta estrella. Y el general de aviación Arnold. Marshall la recibió no por hechos de guerra concretos si no por ser Jefe del Alto Estado Mayor y ser quien había recomendado para sus puestos a Eisenhower, Patton y otros.
(*) Nunca se hablará bastante de la crueldad japonesa durante la IIGM.
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