A pesar de su aparente e interesado "franquismo", Salvador Dalí era catalán y en un primer testamento dejó su obra a partes iguales al estado español y a la Generalitat catalana.
Pero a instancias del propio rey de España, un abogado pariente de un primer ministro español, convenció a Dalí (lo sobornaron con dinero y un titulo nobiliario, dos temas que a Dalí le volvían loco), para que cambiara su testamento y legara toda su obra al estado hispano-castellano; lo que queda en el Museo Dalí de Figueras no es casi nada...
Una muestra más de la rapiña castellana, de la orgía confiscatoria a la que, frente a los catalanes, puede llegar el ensoberbecido estado castellano.
Coronel Von Rohaut
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