Ahora resulta que, para presidir un país o una región, no hay que haber ganado unas elecciones democráticas y limpias, sino obtener el permiso, siempre subjetivo y parcial, de un señor Juez del Supremo.
Me pregunto, cuando me vengan ganas de mear, que tardarán en decirme que le he de pedir autorización a un magistrado y que me está prohibido sacudirmela sin un salvoconducto judicial, debidamente sellado y firmado.
¡Viva España!
Coronel Von Rohaut
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