lunes, octubre 15, 2018

A veces la ignorancia ayudaría a vivir más feliz

Por aquello de ojos que no ven, corazón que no siente.

Estando yo releyendo, por pura curiosidad científica o cultural, los efectos que sobre el cerebro humano tienen ciertos neurotransmisores y/o hormonas, como la dopamina, la serotonina, las endorfinas y la oxitocina, todos los cuales intervienen en el enamoramiento, la atracción y el placer sexual o, sencilla y llanamente, en la felicidad diaria (*) datos ya conocidos por mí pero que a veces es bueno refrescar para mantener despierta la mente y evitar su oxidación.

Pero también leo (¡que ya lo sabía, coño!) que el aspecto de la vejez se interfiere en la atracción sexual; es un poderoso antagonista. Ahora entiendo porqué las chicas jóvenes ni me miran o si me miran no me ven; ya no existo para ellas, y hacen bien.

Muchas veces preferiría no saber tanto, conformarme con mi circunstancia y vivir feliz, ni que fuera como tonto. De nada sirve rebelarse contra lo inevitable. Pero no puedo evitarlo por más que intente explicármelo y autoconvencerme.
¡Envejecer me revienta, Hostia puta...!(**)

Coronel Von Rohaut

(*) La risa produce o activa la producción de endorfinas, neurotransmisores químicos de la felicidad.
También ya sabía que el reírse es muy bueno para la salud, tanto física como mental...
(**) Y no es por miedo a la muerte (bueno, si, también quizás un poco) si no por la pérdida constante de facultades, especialmente físicas (porqué si las que pierdes son las mentales, es peor pero no te das cuenta, no tienes consciencia de ello) y la imposibilidad de alcanzar tus metas, objetivos, anhelos y, sobre todo, tus ilusiones. Y sin ilusiones, la vida deja de ser vida...
¡Por ello. a veces, yo me fabrico las mías, aún que sean sueños...!
Y ya lo decía Pedro Calderón de la Barca, que los sueños, sueños son, pero ayudan a vivir, añado yo, aún que sean inalcanzables...

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