Cuando a finales del siglo XVIII se inventó en la Gran Bretaña el telar mecánico y luego automático (el francés Jacquard) en la Plaza Mayor de Lyon, Francia, unos artesanos tejedores a mano destrozaron a hachazos uno de tales ingenios, dando a entender su repudio frontal a una máquina que iba a suprimir mucha mano de obra.
Pero luego los telares (junto con las locomotoras y otras máquinas a vapor) fueron la punta de lanza de la Iª Revolución Industrial y toda Europa se llenó de fábricas textiles que dieron trabajo (al principio esclavo y mal pagado, según el modelo capitalista "manchesteriano") a millares de obreros (y obreras) que pudieron instalarse (al principio, muy mal) en las ciudades, y olvidar el duro trabajo en el campo.
Y luego se extendieron a los países emergentes que ahora han tomado el puesto de Europa en la fabricación de telas.
Aviso y taxistas y otros colectivos (muchos) amenazados: no se puede parar el progreso ni ponerle puertas al campo. Los "robots" y las "applis" han llegado para quedarse; adaptemonos...
Coronel Von Rohaut
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