lunes, abril 29, 2019

El baño, no solo por higiene, con agua caliente

Ya los romanos tenían claras las ventajas de los baños calientes para la salud y especialmente para el reuma y los dolores musculares y de las articulaciones y por ello construían edificios para tomar baños en lugares donde hubieran aguas termales (como en Catalunya, en Caldes de Montbui y otras poblaciones con aguas termales naturales y que hoy son balnearios) o en las ciudades construían grandes Termas o baños públicos donde los esclavos calentaban el agua con fuego de leña,
como las de Caracalla o "antoninas" y las aún mayores de Diocleciano, en la Roma Imperial y hoy unas ruinas muy visitadas. Que, además, eran lugares de reunión social...

Luego la costumbre de bañarse se perdió y volvió con la Ilustración y la edad contemporánea, sobre todo a partir de la Gran Bretaña y su burguesía industrial.

Cuando yo era pequeño y en la inmediata postguerra, en España solo tenían sala de baño y agua caliente corriente doméstica las clases acomodadas. A mi, mi abuela me bañaba en la cocina, dentro de una palangana y con agua que calentaba con una olla en los fogones...

Incluso de más mayor, en los libros escolares franceses (Francia iba muy por detrás en cuanto a higiene en relación a los ingleses) se aconsejaba y explicaban como bañarse en lo que llamaban "le tub" (que lo decían en inglés "tab", en la imagen) y que era un barreño (en catalán, "un cossi") donde lavarse de pié.

Y para las gentes que no disponíamos de sala de baño, en Barcelona la compañía de aguas tenía varios edificios repartidos por la ciudad donde, previo un módico pago, podías ir a tomar un baño completo o una ducha con agua caliente, por ejemplo una vez a la semana, y donde, si no llevabas, te alquilaban una toalla y de daban una pastilla de jabón.

Mi padre, como que donde trabajaba, la maquinaria la lubricaban con polvo de mineral de plomo (*) y terminaban la jornada totalmente enmascarados, los obreros se duchaban a diario en la misma fábrica por lo que no dependía de la ducha casera...

¡Qué época tan oscura, precaria y miserable, que esperemos no vuelva jamás...!

Coronel Von Rohaut

(*) Lubricar con aceite o grasa mineral hubiera manchado y estropeado el delicado tejido (encajes, tules y puntillas) que fabricaban en unos inmensos telares.

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