Los catalanes, los auténticos y algo más de la mitad de los habitantes censados en Catalunya (la otra mitad son, en gran parte, españoles residentes en Catalunya, "okupas" sobrevenidos, que ni están ni se quieren integrar...) consideramos que la Constitución española, de corte y matriz hispano-castellana, es un ley-corsé que nos oprime, nos sojuzga y coarta nuestros derechos nacionales y recorta e impide nuestro desarrollo económico y social que, libres y disponiendo de todos nuestros recursos (ahora expoliados y malgastados), sería infinitamente superior.
Y la queremos sustituir por una Constitución de la República Catalana o sea, nos queremos independizar y recuperar nuestra soberanía; la del pueblo catalán y no la del pueblo castellano ya que, para nada, queremos romper España; que se la queden, para ellos...
Pero cada vez que lo intentamos nos dicen "No, esto la Ley no lo permite". Claro, no lo permite "su ley", ésta que queremos sustituir...
Y con todo el cinismo del que son capaces, y lo son de forma infinita, nos dicen, si la quereis cambiar, la misma Constitución tiene mecanismos para hacerlo. Venid al Congreso y proponedlo, que lo votaremos. A sabiendas que, por pura demografía, por simple aritmética, nunca conseguiremos vencer ninguna resolución (*).
Y es como cuando reclamamos el Derecho de Autodeterminación, derecho contemplado en la jurisprudencia internacional, pero nos dicen "No, esto la Ley española no lo permite".
No os lo podemos conceder ya que la Constitución no lo prevé.
¡Hostia puta, tampoco la Sagrada Constitución española habla para nada de la "tortilla de patatas" y nada, pero nada, nos impide comerla cada día y hasta compartirla, si así lo deseamos y lo decidimos...!
¡Viva la "tortilla de patatas" (con cebolla) "Et delenda est Castilla"!
Coronel Von Rohaut
(*) Recuérdese la humillante alegría con la que, en las Cortes españolas, celebraron la derrota aplastante del "Plan Ibarreche". Les gustó y nos quieren hacer lo mismo.
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