Mucha gente tiene a los militares, los espadones, por unos "cortos" sólo aptos para su trabajo. Con un coeficiente intelectual bastante limitado y por cierto que ejemplos "haylos" a puñados... Sobre todo en el Estado Español; recuerdo que, según me contaron testigos presenciales, siendo Gobernador Militar de Barcelona un general de caballería, que tienen fama de ser los más brutos, tuvo que asistir, por protocolo, a la inauguración anual de la temporada de ópera en el Gran Teatro del Liceo y acercándose al Gerente de entonces, el Sr. Pamias, hombre prudente donde los hubiere, dándole palmadas en la espalda le dijo "... hombre, esto de la ópera ya está bién, ya, pero donde esté la Lola Flores...!!!".
Luego, también era conocida la frase del fundador de la Legión (copiada de la francesa, por descontado...la Legión, no la frase), el General Millán-Astray, "...muera la inteligencia...¡viva la muerte!". Sobran comentarios. Por cierto, de este general se decía que era amigo íntimo de una cabaretera famosa.
Y famosos eran los discursos desde radio Sevilla del General Queipo de Llano (medio bebido), monumentos a la chabacanería y al mal gusto.
En cambio, en Francia, son numerosos los militares que tienen una obra literaria de bastante altura. Sin caer en el tópico de siempre, el aviador Antoine de Saint Exupéry, muerto sobre el Mediterraneo al final de la 2ª Guerra Mundial, pilotando un Lightning P-38, uno de los aviones más bonitos que han existido y autor de obras famosas cómo "Vol de nuit", "Pilote de guerre", "Terre des hommes" y muy particularmente el delicioso cuento "Le petit prince" (El principito), creo que editado por primera vez en Nueva York.
La mismas memorias de guerra del General De Gaulle, se esté o no de acuerdo con el personaje, tienen un nivel altísimo, así como sus discursos, en los que se aprecia un dominio de la lengua y del vocabulario francés, muy por encima de la media.
También es de gran valor literario, independientemente de la anécdota, el libro autobiográfico "Marin de métier, pilote de fortune", del Vice Almirante de Escuadra André Jubelin, escrito cuando todavía era capitán de corbeta y al principio de la contienda se fugó de la Indochina ocupada por los japoneses y alcanzó Gran Bretaña, donde sirvió en la RAF cómo piloto de caza, después comandó uno de los primeros navíos de la incipiente marina de la Francia Libre y luego el primer portaviones francés de la posguerra, el "Arromanches" (ex "Colossus" inglés), terminando cómo Jefe de la Flota del Mediterráneo.
No por ser la biografia de un torturador confeso durante la guerra de Argelia, dejan de estar muy bién escritos los libros del general Paul Aussaresses y así podría seguir con mas ejemplos.
Pero yo no quería hacer comparaciones entre militares españoles con franceses que, debido a la, desde siempre, baja calidad general de la enseñanza básica española, la misma comparación se podría hacer entre un ingeniero español con uno francés...!
Ni tampoco quería hablar del general israelí Moshé Dayán, Jefe del Estado Mayor del Tsahal y luego ministro de defensa, que también era un afamado arqueólogo.
Yo quería hablar de los militares americanos y de la baja consideración intelectual que, en España, tenemos de los Estados Unidos en general.
Tomemos al general Patton, ejemplo de "espadon", brutal y sanguinario, típico general de caballería, cuyo famoso discurso en Inglaterra, el día 31 de Mayo de 1944, para motivar, antes del desembarco en Normandía, a los soldados de la 6ª División Blindada, del 3er. Ejercito cuyo mando acababa de recibir, está lleno de tacos. Pero el General George S. Patton Jr., hablaba francés con toda fluidez, conocía los clásicos y leía la "Guerra de la Galias" de Julio César, en latín.
Y hace poco hablaba yo del General Douglas Mc. Arthur, nacido en un fuerte del oeste, donde su padre era comandante, durante un ataque de los indios. Chulo, engreído y "teatrero" (como Patton) pero que había terminado con el número uno de su promoción en la Academia de West Point, que mas tarde dirigió. Ya jubilado al empezar la 2ª Guerra Mundial, volvió al servicio a petición del Presidente Roosevelt, que le encargó el mando del Pacifico Sur. Al retirarse de Filipinas dijo su famosa frase "I shall return" (Volveré).
Escribió de su puño y letra el guión de toda la ceremonía de rendición japonesa a bordo del acorazado "USS Missouri", en la bahía de Tokyo. Y redactó personalmente la nueva constitución del Japón, que metía a dicho país en la modernidad democrática pero evitando el colapso del país conquistado.
Y cuando fué destituido por el presidente Truman, por su exceso de beligerancia y agresividad, leyó ante la Sesión Conjunta del Congreso, en el año 1951, el "speech" que terminaba con la famosa frase, sacada de una canción cuartelera, "Old soldiers never die, they just fade away..." (Los viejos soldados nunca mueren, tan solo se desvanecen lentamente...). Pero todo el discurso es una gran pieza oratoria.
Cuando veo a Marlon Brando declamando el discurso fúnebre de Marco Antonio, en el "Julius Caesar" de Shakespeare, juro que jamás me viene a la memoria la triste y cutre oratoria de un General Franco...!!!
Coronel Von Rohaut
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