Tiempo atrás se discutió mucho, en los medios de comunicación, de las posibles implicaciones negativas para la salud humana de las radiaciones electromagnéticas (*) surgidas tanto de las antenas de telefonía móvil cómo de los propios teléfonos celulares.
Entre otras graves consecuencias, se habló de posibles casos de leucemia y otros tipos de cáncer. Pero estas quejas fueron acalladas y ya no se habla casi nada. Y es obvio que pedirle ahora a la población, sobre todo a los más jóvenes, que renuncien a este "gadget" que se ha convertido en insustituible, sería casi imposible.
Pero el mes pasado y sponsorizado por la propia ONU y la OMS, se celebró un seminario sobre dichos efectos negativos, especialmente en los posibles daños cerebrales que pueda causar el teléfono móvil al acercarlo al oído e incluso, en el título del seminario que después fue modificado para no alertar a la población, se citaba el peligro de dicho entorno radioeléctrico (EMF) cómo una posible arma terrorista.
Luego, algo debe de haber...
Coronel Von Rohaut
(*) La telefonía celular utiliza microondas, cómo los radares, que son potencialmente cancerígenas. Incluso los hornos microondas domésticos, llevan en su interior un "magnetrón" igual al de los aparatos de radar, pero mucho menos potente, claro. Precisamente la mayor empresa mundial fabricante de radares, la americana Raytheon, al final de la segunda guerra mundial y al reducirse los pedidos de las fuerzas armadas, se lanzó a la fabricación y venta de hornos domésticos de microondas, que había inventado uno de sus técnicos. En la actualidad y desde hace décadas, Raytheon es el primer fabricante mundial de missiles dirigidos, cómo los "Tomahawk", "Patriot", "Maverick", "Harm",
"Sparrow" y toda la familia "Sidewinder".
Los estudios de la Rand Corporation no contienen evidencia epidemiológica. Las ondas de baja frecuencia no parecen peligrosas.
ResponderEliminarDe la OMS mejor no hablar.