Y no de ahora, en relación a las guerras híbridas o post-modernas, si no clásico y de siempre.
Un portaaviones, un super-carrier con un coste de miles de millones de dólares, puede ser hundido o, cuanto menos, gravemente dañado y puesto fuera de combate, por una sola mina enemiga, que no supera los 12.000 dólares y que ha podido ser "sembrada" desde un pequeño buque minador e, incluso, un simple pesquero adaptado. Por ello las grandes flotas han de mantener escuadrillas de buques caza-minas pero que han de controlar extensas superficies de agua, con una eficacia baja o, por lo menos, lenta.
En el pasado Siglo XX, las minas navales, por si solas, han hundido o dañado más navíos que los cañones, torpedos y ataques aéreos, combinados. Y ya las utilizaban los griegos clásicos en sus batallas navales. Y durante la Guerra Civil americana, en la batalla naval de Mobile Bay en que toda la bahía donde estaba el principal puerto que le quedaba al Sur, el de Alabama, estaba minada por los confederados, el Almirante David Farragut, hijo de un inmigrante menorquín nacido en Ciutadella y que mandaba la flota de asalto del Norte, se hizo famoso con la frase, cuando le alertaron del peligro de las minas sumergidas enemigas: "Damn the torpedoes, full speed ahead!".
Que puede traducirse por "¡Al infierno las minas, adelante a toda máquina!", ya que en aquel tiempo a las minas semi-sumergidas, fijadas a distintas profundidades con un cable al fondo del mar y que forman un "campo de minas" invisible a uno o pocos metros por debajo de la superficie, eran llamadas torpedos. (*)
Para combatirlas, los americanos están poniendo a punto el concepto "RAMICS" consistente en un helicóptero con un sensor especial para detectarlas y un cañón de 30mm que las puede destruir de un solo disparo, gracias a una nueva munición supercavitante, que al entrar en el agua queda envuelta en una burbuja de aire y evita que la bala se desvíe o pierda velocidad, que es lo que hace cualquier bala al impactar en el agua. Esta tecnología de supercavitación ya ha sido ensayada por rusos y alemanes en un missil sub-acuático y un torpedo de submarino (**).
Coronel Von Rohaut
(*) Luego están las minas flotantes o de deriva, tan peligrosas para el enemigo como para el que las pone, ya que navegan sin control, a favor de las corrientes marinas y que explotan por contacto, al captar un sonido o las electromagnéticas que lo hacen al ser activadas por el casco de hierro de un barco. Son lanzadas desde aviones o submarinos, en las aguas litorales del enemigo o en sus rutas marítimas. Y es por ello que todos los caza-minas eran de madera y los modernos tienen el casco de plástico amagnético.
(**) Los missiles lanzados desde submarinos en inmersión, salen hasta la superficie envueltos en una burbuja fabricada por el propio lanzador del sumergible y el motor se enciende al salir a la superficie y emprender el vuelo balístico.
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