Un buen amigo, en relación a la caída del imperio romano, me recuerda que menos estudiar la historia y más ver cine de Hollywood.
Y tiene razón; cine o "comics", tanto da. Seguro que para muchos niños actuales y ya no tan actuales, uno de los vencedores de los locos romanos ("...ils sont fous, ces romains...") no fue otro que el gran Astérix, con su amigo Obélix, cuyas aventuras cumplen ahora 50 años.
Recuerdo que el primer álbum que cayó en mis manos, en original francés ya que todas estas historias que tanto uso hacen de los juegos de palabras y de la transliteración pierden mucho traducidas, fue "Le Tour de Gaule d'Astérix", que era el 5º o 6º, cuya coña aún hoy me hace sonreír, cuarenta y tantos años después. Así como "Astérix chez les brétons", a los que introduce en la bebida del té al enseñarles a infusionar esta hierba, que les quiere hacer creer que es su célebre pócima mágica, en la tonta "agua caliente con una nube de leche" que se tomaban cada día, a las cinco de la tarde, los pálidos habitantes de la Gran Bretaña.
Chovinistas, sin duda que lo son las historietas de Astérix. Pero la parodia que hacen de los arquetipos y personalidades típicas y tópicas de sus vecinos, británicos, italianos, belgas, alemanes, etc., pero también de las distintas regiones de Francia, perdón, de la Galia, así como la invención de nombres y palabras mediante el uso del "latinajo" o, en el caso de los galos, la terminación o sufijo "ix", procedente del nombre real del héroe galo, el caudillo "Vercingétorix", permanecerá inmarcesible.
Coronel Von Rohaut
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