Un lingüista se ha pasado varios años, apostándose en Barcelona en la misma esquina, el mismo rato de los mismos días y a las mismas horas, para analizar el porcentaje de gente que en la calle y en su uso diario, utiliza la lengua catalana. Estadísticamente, el método utilizado es perfectamente científico y válido. En la foto, la sede del "Institut d'Estudis Catalans", en Barcelona, en uno de los pabellones del edificio del antiguo Hospital de la Santa Creu.
La conclusión ha sido que, en los doce últimos años, el uso callejero del catalán ha descendido 7,5 puntos porcentuales (del 45,9 al 38,4%) en favor del castellano (*). No se han tenido en cuenta ni otros idiomas ni a los hablantes por telefonía móvil, para no distorsionar el estudio.
Pero si esto puede ser grave, también puede haber influido la llegada masiva de inmigrantes hispanohablantes (sudacas) en los últimos años, lo que no sería un retroceso por parte de los indígenas.
Lo que a mi más me alarma es la pérdida de conocimientos intrínsecos del catalán y la adopción de palabras o giros semánticos foráneos; especialmente del castellano, cuyo uso frecuente y cercanía vecinal, están corrompiendo y viciando nuestra lengua propia.
No me refiero a la introducción de nuevas palabras puesto que soy partidario de la evolución natural de las lenguas como ser vivo; ni me molesta que alguno de esos vocablos provenga del español lengua que, al ser más expansiva, evoluciona más rápidamente, ni muchísimo menos del inglés, como es el caso de voces referidas a las nuevas tecnologías y/o a la simple moda o lenguaje "in", "cool" e incluso vulgar pijo.
Me preocupa la perversión o prostitución de ciertas palabras o frases, por contacto: por ejemplo, cuando te asalta un miedo o una posible actitud supersticiosa, en castellano se dice "toquemos madera" y a muchos catalanes, de buena fe, les he oído decir "toca fusta". Y ésto es absolutamente equivocado y no hace falta recurrir a una frase extranjera cuando, en catalán y no me preguntes por qué, siempre se ha dicho "toca ferro" o sea, "toquemos hierro".
Igualmente, un filólogo en la prensa de hoy se lamenta del uso cada vez mas frecuente de la expresión "¡con la que está cayendo!", traducida literalmente al catalán, con lo que da "¡amb la que està caient!". Lo cual no contiene ningún error ortográfico si bien, sencillamente, no suena a catalán. Por ejemplo, "está cayendo", muy usado en castellano, no existe en catalán y ya tenemos el verbo simple caer, lo que daría "amb la que cau". Y este artículo precisamente ,"la", sin referirse luego a ningún nombre y que en castellano significa "la gran cantidad de", tampoco existe en catalán. "La de libros que tengo", en catalán se traduce por "la gran quantitat de llibres...".
Y "la de polvos que he echado", en mi caso sería más una fantasmada que un recuerdo real...
Pero como alega el lingüista, es casi imposible sustraerse a la utilización de esta locución tan popular, y justo en estos tiempos, por su uso masivo por parte de la gente, los políticos, los medios de comunicación. Es una lluvia fina que nos va empapando.
¿Qué debe hacerse para mantener la corrección y pureza de la lengua ante un caso así? El especialista lo tiene claro y aconseja, "ante esta lluvia fina lo único que se me ocurre es encontrar refugio, guarecerse y dejar de recibirla".
O sea, tener un estado que declare en su Constitución:
"El catalán es la lengua oficial de Catalunya".
Como hizo en su día el estado de Israel al adoptar el hebreo y no hizo falta ni añadir que sería su lengua única ni que sería obligatorio el conocerla y usarla; se sobreentiende. Y a pesar que en Palestina hubiera una gran masa de hablantes en árabe y que incluso muchos judíos hablaran, como lengua materna, el "yiddish" (un dialecto judeoalemán).
Y el español, igual que el inglés y, dentro de lo posible, el francés, ya se enseñarán como lenguas extranjeras principales e incluso queridas. Pero especialmente el inglés por interés, por cosmopolitismo e internacionalismo.
Coronel Von Rohaut
(*) Nota para los periodistas y presentadores de la COPE, Telemadrid, ABC, Intereconomía, etc.: cada vez que digáis que en Catalunya se persigue al castellano, que no se deja hablar, se multa su uso o que el castellano está desapareciendo, venís y me la chupáis. Bien chupada. Por mamones y malvados gilipollas, embusteros e infundiosos en cuya santa madre me "jiño" cada mañana.
Coronel debería escribir en catalán para que no se vaya a la mierda.....
ResponderEliminarMuy bueno el artículo de reabastecimiento en vuelo pero siento que destile tanto odio en la mayoría de sus publicaciones.
Tengo claramente diferenciados mis artículos sobre defensa, economía, geoestrategia, varios, etc., de mis entradas sobre temas hispano-catalanes en los que soy claramente beligerante (lo que ya expliqué al principio de mis colaboraciones)y tan politicamente incorrecto como puedo.
ResponderEliminarComo independentista catalán, España es y ha sido siempre, claramente, mi enemigo. Y al enemigo, ni agua.
(Con excepción expresa de mis amigos españoles, que los tengo, ya que nada tienen que ver, aquí, los sentimientos personales).
Y escribo en castellano para que, precisamente, me entiendan con facilidad aquellos a los que ataco, cuando les ataco... Y porqué, como también ya expliqué al principio, cuando yo iba a la escuela el catalán estaba totalmente prohibido en clase y yo me eduqué en francés y en castellano. Tengo menos fluidez en catalán escrito, mecachis en la mar...
Un abrazo.