lunes, marzo 21, 2011

El binomio japonés







A rebufo de lo tratado en la entrada anterior me viene a la memoria el gran conjunto formado, al principio de la Segunda Guerra Mundial, entre los pilotos de las primeras promociones de la Marina Imperial Japonesa y su montura, el avión de caza (*) Mitsubishi "Zero". Ello fue evidente en el ataque a Hawaïi y en las primeras grandes batallas del Mar del Coral y de Midway.

La formación y entrenamiento de los pilotos, en la víspera del ataque a Pearl Harbor, era dura y perfeccionista, rayando en lo cruel e inhumano, de acuerdo con la filosofía militarista japonesa de entonces.

Un portaaviones, según su desplazamiento, puede aguantar una mar más o menos fuerte pero, a partir de una mar de un cierto número o grado, ha de cesar sus operaciones aéreas por la falta de estabilidad, debido al balanceo y cabeceo, de la plataforma de vuelo. Pero durante unas maniobras o ejercicios de entrenamiento antes de la guerra, un almirante japonés insistió en lanzar sus aviones a pesar de la mar gruesa o montada. Naturalmente, perdió casi la mitad de sus aviones, que cayeron al mar, y algunos de sus pilotos no pudieron ser recuperados (en aquella época no existía el "Pedro" u helicóptero de salvamento). Su conclusión fue decir: "¡Qué mala suerte!".

En el transcurso de la contienda el Japón ya no fue capaz de mejorar sus aviones ni de formar debidamente y con tiempo a sus nuevos pilotos que, cada vez, eran más novatos e inexpertos.

Ello causó que hacía el final de la Guerra del Pacífico y en la Batalla del Mar de las Filipinas, una de las contiendas aeronavales como casi todas las de aquel teatro de operaciones, se acuñara por parte de los pilotos americanos lo de "The Great Marianas Turkey Shoot" o Gran Cacería de Pavos de las Islas Marianas, o mal traducido como El Tiro al Pato de las Marianas (ya que "Turkey" no es pato, si no pavo).

En el curso de esta batalla de dos días, los pilotos de la US Navy derribaron un total de 395 aviones japoneses por tan solo 123 pérdidas propias, de los que solo 23 fueron realmente alcanzados por los japoneses y los otros 100 perdidos por culpa de la oscuridad y no en combate (se les hizo de noche en el regreso), y la mayoría de sus pilotos salvados.

Coronel Von Rohaut

(*) Sin ninguna protección ni blindaje para el piloto, pero muy maniobrable y con la mayor velocidad ascensional del momento gracias a su relación potencia/peso.

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