Cuando un viajero avezado y observador visita por primera vez los USA, rápidamente le llama la atención visual una diferencia básica entre el Este y el Oeste.
Todas las grandes infraestructuras viarias y arquitectónicas de New York, por ejemplo, levantadas durante las dos/tres primeras décadas del siglo XX, como son las autopistas elevadas y los magníficos y monumentales puentes sobre el East River y que unen Manhattan con Long Island, fueron construidas con hierro y/o acero y son, por lo tanto, negras u oscuras.
Mientras que sus contrapartidas californianas o alrededor de Los Angeles, son mucho más recientes y mayormente de hormigón. Blancas o más claras.
Pero, en conjunto, todas las grandes infraestructuras americanas, colosales en su concepción y realización, como son las grandes presas y embalses de agua, la inmensa red de autopistas gratuitas o "Highways", los puentes, túneles y viaductos, infraestructuras eléctricas como redes de alta tensión, conducciones de distribución de agua potable (y en New York City, tuberías subterráneas de agua caliente y de vapor para las calefacciones centrales, que periódicamente y al sufrir reventones, producen fumarolas en el asfalto de las calles, pequeñas columnas de vapor que, en invierno, quedan de lo más exótico y "made in New York"), fueron todas construidas en la primera mitad del pasado siglo.
Y, desventajas de haber sido muy modernos o los primeros y adelantados en la civilización tecnológica, ahora estas infraestructuras se están, literalmente, desmoronando. Las redes eléctricas, envejecidas, saturadas y con apagones muy a menudo. Y el coste de la modernización de todo ello, su ampliación y su mismo mantenimiento o labores de reparación, gigantesco. Un reto para el gran país, para seguir siendo el primero...
Coronel Von Rohaut
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