Yo siempre había equiparado la bebida, con moderación si es alcoholica, con un placer organoléptico. Un buen vaso de excelente vino o algún tipo de destilado, además de una no desdeñable función euforizante, era para saborearlo. Como cuando no hace mucho hablaba yo del "Bloody Mary", un rico combinado de, básicamente, zumo de tomate con vodka.
Pero ahora me entero que la última moda juvenil, en bebida, es llegar cuanto antes a la saturación etílica (*) mediante la introducción de un tampax mojado en vodka, en el agujero del culo o del coño (las señoritas). El nombre tiene gracia: un "tampodka" o un "tampax on the rocks".
Pero no acabo de calibrar cual es la capacidad de saborear que pueda tener ninguno de estos dos tan útiles, para otras cosas, agujeros fisiológicos. Para cagar y follar, vale ¿pero para "paladear" un "drink"?
¡Válgame el Santísimo Sacramento!
Coronel Von Rohaut
(*) Ya existía el "binge drinking", que consiste en tomar una gran cantidad de alcohol de forma rápida, para alcanzar lo antes posible una intoxicación etílica, a lo que, por si mismo, tampoco le veo ninguna gracia. Ya que ni sirve para ahogar las penas pués que cuando caes tieso bajo la mesa ya ni sabes que tengas penas para olvidar...
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