Pero no lancemos las campanas al vuelo. El triunfo electoral del moderado Rouhani, que ha mandado al olvido al maldito Ahmadinejad, puede no significar nada.
Como recuerda el premier israelí Netanyahu, las líneas maestras de la política persa y especialmente la política nuclear, siguen en manos del "guía supremo", el fanático Alí Khamenei, sucesor del satánico Ayatollah Jomeini, en la imagen.
Recuerdo que cuando el pro-americano y sostenido por la CIA, el Sha de Persia Reza Pahlevi, se tambaleaba, Francia dió asilo político a su oponente, el Jomeini, pero un asilo sin trabas como es habitual en estos casos, si no que le permitía recibir a clérigos y conspiradores; creyendo que cuando subiera al poder, lo que parecía inevitable, Francia podría suplantar la influencia americana y obtener beneficios petroleros, etc. (*).
Naturalmente y al tratarse de un fanático islamista, Jomeini rompió todo lazo con Occidente y sumió a su país en un retraso social considerable, suprimiendo los beneficios y adelantos del modo de vida occidental, especialmente los hábitos modernos y la liberación de la mujer, devolviendo Irán a la Edad Media.
Coronel Von Rohaut
(*) Más tarde Francia repitió la jugada con el Sadam Hussein de Irak. Pero tan pronto pudo, el poder americano barrió a ambos, al Hussein (que había aceptado sustituir al dólar por el euro en la cotización internacional de su petróleo) y a los franceses que se fueron con el rabo entre las piernas.
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