Desde los tiempos de los romanos (¿qué no inventarían los romanos?) es sabido el bienestar que causan los baños en la termas o instalaciones de aguas calientes (naturales o artificiales).
Pero esto era debido a que en sus casas la gente no disponía de agua caliente.
Con mi esposa o con matrimonios amigos, algunas veces habíamos ido a pasar unos días en balnearios catalanes, como el de Santa Coloma de Farners (las Termas Orión, cuyas aguas contienen mucho silicio y eran buenas para cicatrizar heridas, como las del general carlista Francesc Savalls) y el de Vichy Catalán, con confortables instalaciones hoteleras, divertidas facilidades de hidroterapia, y buena gastronomía. Ambos en la provincia de Girona.
Eran unos días agradables y de auténtico relax. Pero hoy en día y para aliviar los dolores artríticos, contracturas musculares, etc., unos buenos minutos bajo la ducha bien caliente de tu baño, ya es suficiente. Y actualmente la "vida de balneario", lenta y apacible (*), ha ido a menos; está démodée...
Coronel Von Rohaut
(*) Como la que se puede paladear en las celdas que alquilan algunos monasterios que ofrecen servicios de hostería.
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