Me encantan los españoles, todos. Adoro a los honrados, cultos e inteligentes y nada corruptos gobernantes que habitan en Madrid así como a sus lacayos destinados en Barcelona, amo a los falaces tertulianos, charlatanes cósmicos, que solo hablan desde y para el centro donde tienen su pesebre y abrevadero, y me vuelven loco de amor todos los habitantes de las Españas, desde los hidalgos de Castilla, orgullosos pero arruinados y acostumbrados a la "mamandurria" y a vivir de la rapiña, hasta los graciosillos andaluces que viven cantando, pasando por los recios y honestos extremeños que soportan todo el peso de la economía española y que, gracias a ellos, comemos los catalanes siempre tan voraces e insolidarios.
Y los amo, sobre todo cuando, haciendo gala de su inquebrantable lógica y coherencia, hace dos días y al hablar de la "Vía Catalana" de la Diada del 11 de septiembre que había movilizado más de millón y medio de manifestantes a favor de la independencia de Catalunya decían, impasible el ademán y con el tono altanero, que los importantes eran los millones de la "mayoría silenciosa" que se habían quedado en su casa. Y ahora mismo, los "trompeteros" de Madrid y sus correveidiles de Catalunya afirman "sensu contrario", sin sonrojarse ni cortarse un pelo, que los importantes son los cuatro gatos que se reunieron, ni la llenaron, en la Plaza de Catalunya el 12 de octubre para pedir que Catalunya siga siendo española y ya, para nada, los estúpidos millones de catalanes, muchos más que en la manifestación anterior, que nos quedamos en casa esta vez.
Que ya se sabe, hasta hace poco decían que "Catalunya es España" pero desde hace unos días, la frase que más se oye es la de que "Catalunya es de los españoles". Por derecho de conquista y "la maté porqué era mía" (un refrán muy español...).
¡Dios, como los amo....!
Coronel Von Rohaut
(PS) No haría falta tenerlo que repetir, pero lo hago. Contra los andaluces que no cantan y trabajan como el que más (la mayoría sobre todo si tuvieron que huir de su país de latifundistas y "señoritos"), ni contra los extremeños y oriundos de otras zonas de la península que han venido a Catalunya a ganarse un futuro mejor para sus hijos (como anteriormente lo hicieron aragoneses, valencianos como mi abuelo y murcianos) y lo agradecen, no he tenido, nunca, nada que objetar. Al contrario y bienvenidos seáis, hermanos. Esta es, también, vuestra casa y vuestra tierra.
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