Si bien nunca he creído en fenómenos parapsicológicos ni paranormales, si que recuerdo que de joven alguien me había comentado que el hecho, constatado, que la estancia más o menos prolongada en un recinto dedicado al culto religioso, como una catedral, o el Monasterio de Montserrat por ejemplo, te procuraba una especie o bien de paz interior o bien incluso te hacía ser más bueno (dicho así, en plan genérico y ni que fuera momentáneamente, y sin tener nada que ver con la religión)(*).
Y se explicaba por el hecho que, en un lugar cerrado, oscuro o con la luz tamizada y silencioso, apto a la meditación, y donde se podían acumular muchas personas expresando, con susurros, buenos deseos y sentimientos elevados o, sencillamente, rezando, estos pensamientos, incluso los acumulados durante el tiempo, se podían medio corporeizar, como digamos una especie de ectoplasmas que llenaran el ambiente y, al envolverte, podían influir positivamente en tu comportamiento. Lo que no tiene porqué ser ni malo ni negativo...
Ahora y bajo otro punto de vista, algunas universidades están estudiando si la dedicación, de forma programada, a la meditación y bajo ciertas condiciones ambientales, etc., puede influir en la activación o desactivación de ciertas proteínas que influyen en los genes relacionados con las inflamaciones, el malestar y el estrés.
Ya lo dice la sabiduría popular: "tranquilízate y te encontrarás mejor". Y que mejor forma de tranquilizarte que el iniciar un diálogo interno y pausado con tu propio "yo", o con cualquier fuerza externa pero íntima y sagrada en la que creas...
Coronel Von Rohaut
(*) Luego, en cuanto te levantas de arrodillado ante el Señor y sales al sol de la calle, vuelves a ser un cabrón...
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