Como recuerda hoy un articulista, en los conventos y comunidades religiosas, el padre abad era el que cortaba el bacalao, comida eminentemente monástica, separando los filetes de la espina dorsal y haciendo y luego repartiendo las raciones.
Y ya es sabido también que "el que parte y reparte se queda la mejor parte".
Y en España son muy pocas las grandes familias que, desde tiempos lejanos, "cortan el bacalao", y se reparten todo el poder político y económico que, jamás, lo uno va sin lo otro (*).
Coronel Von Rohaut
(*) Salvo gloriosas excepciones europeas, como Winston Churchill y Charles de Gaulle, que adoraban mandar mucho pero jamás se humillaron por el patrimonio. Una vez jubilados o apartados de la política, los dos vivían del producto literario de sus memorias. De Gaulle solo poseía una humilde mansión rural y Churchill ni siquiera tenía piso en propiedad.
¿Corrupción?... Para esto pregunta a los políticos hispano-castellanos y a sus hijos "sudacas".
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