lunes, marzo 31, 2008

El regreso de mi tío

Hace unos días, hablando de la odisea de mi padre durante la 2ª Guerra Mundial, cité a mi tío y me dejé sus trifulcas al ser desmovilizado en el sur de Francia, en la zona no ocupada por los "nazis".

Después de cruzar toda Francia a paso ligero y delante de las fuerzas mecanizadas alemanas, la rendición francesa le encontró ya en zona libre y fue desmilitarizado. Pero él no tenía residencia en el sur de Francia sinó en Barcelona, en España y el gobierno del General Franco había decretado el cierre de la frontera hispano-francesa. No podía regresar a casa.

Fue al consulado español y empezó a solicitar un visado especial, exhibiendo todo tipo de comprobantes y justificantes de su residencia habitual en Barcelona, donde permanecía su esposa. El cónsul le prometió hacer las gestiones ante Madrid. Pero cómo que las cosas de palacio van despacio, estuvo más de tres meses esperando, paseando, cogiendo alguna que otra borrachera que le llevó, en su desesperación, a ir a llorar sobre las tumbas del cementerio de Perpignan, creyendo, en algún momento de pesimismo, que jamás podría regresar con su familia.

Finalmente le vino concedido el permiso y le devolvieron su pasaporte francés con un visado especial, válido sólo para la frontera del paso internacional de Canfranc, en el pirineo aragonés, concedido por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid, firmado de puño y letra por el ministro de entonces, Ramón Serrano Suñer, cuñado del General Franco.

Y regresó a casa, llegando al domicilio de su madre, mi abuela, donde vivíamos todos, mi madre y mi tía, el día 11 de Noviembre, que era la Fiesta Mayor de nuestro barrio, el Clot, en Sant Martí de Provençals y es también el aniversario del armisticio de la Iª Guerra Mundial y fiesta nacional en Francia.

Yo vi éste visado pero cuando, al fallecer mi tío, lo busqué en su casa para guardarlo cómo recuerdo, no supe encontrarlo.

Es evidente que mi tío las pasó putas durante un año y pico, entre el inicio de la guerra, la retirada y la espera para volver a casa. Pero nada comparado con lo de mi padre, que perdió 6 años de su vida y estuvo a punto de perderla del todo. Pero era fuerte, le quedó una bronquitis crónica de su estancia en el campo de concentración, pero nada mas y, al igual que mi tío, ambos murieron de viejos.

Coronel Von Rohaut

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