Una de las razones exhibidas por Hollande por permitir que sus aviones luchen en Irak pero, de momento, no en Siria (donde están los campos de entrenamiento de los "djihadistas" del EI) sería por su temor del impacto ante la opinión pública francesa (¡la opinión publica de la población inmigrante, sobrevenida y desagradecida, claro!) que pudiera tener el que una bomba francesa soltada por un avión francés bajo las órdenes de un presidente socialista, matase a un súbdito francés de los muchos que ya se han enrolado en el "Califato".
Pero dicho supuesto súbdito francés sería el hijo (irredento o no integrado y asilvestrado) de un argelino inmigrado voluntariamente a Francia (donde nadie le habría llamado...) desde su mierda de país donde, mal administrado, se moría de hambre y de asco. Un hijo (tarado y con el coco comido por los imanes de su religión salvaje, como el terrorista Mohamed Merah que, en Toulouse, ametralló a varios ciudadanos que iban por la calle), y que se habría beneficiado de la educación gratuita republicana, de la sanidad pública gratuita francesa y de todos las ventajas de un país civilizado y oficialmente adelantado y del que luego ha renegado para ir a integrarse en un movimiento islamista medieval, mahometano y fanático, para entregarse en cuerpo y alma al deporte tan musulmán de degollar y decapitar honrados cristianos.
Pues mire usted, Monsieur Hollande, yo y miles como yo nos alegraríamos y daríamos gracias al Señor (Yahvé o Allah) que una bomba de fabricación americana como una GBU 12, lanzada desde un avión francés pilotado por un bravo piloto galo, amputara, reventara y destripara al hijo de argelino que, traicionando al país que le acogió (más bien o mal, que este es otro tema, pero gracias que pueda comer), haya ido a Siria a "educarse en el mal, el salvajismo, el fanatismo religioso y el horror".
Coronel Von Rohaut
domingo, octubre 05, 2014
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