Creo que ya hace mucho tiempo había comentado el tema pero ahora lo he revivido con el entierro de la duquesa.
Desde hace ya bastantes años, cada vez que en esta España de pandereta se entierra o despide el cadáver de alguien famoso o popular (imagen inferior), la gente rompe a aplaudir al paso de féretro o a la despedida del duelo. Tal como si el difunto, sea hombre o mujer, fuera un torero que acabase de culminar una faena redonda.
Pero yo juraría que, en mi juventud, ello no era así en absoluto o, por lo menos, para nada en Catalunya, donde dicha costumbre extrovertida pero fuera de lugar y extemporánea, no ha cuajado y a Dios le doy las gracias. Un entierro, un funeral, el acompañamiento o paso de un cadáver, era y ha de ser siempre, un acto silencioso, recogido y respetuoso.
Y así sigue siendo en la mayoría de países civilizados, donde lo que priva en tales actos fúnebres, es el silencio más considerado y sentido, digno y emotivo; a lo máximo, aderezado con alguna música que recuerde al fallecido o que fuere de su gusto y que ayude a la emocionada introspección y meditación de los presentes, familiares o acompañantes.
Como los sones de corneta o redoble de tambores en los actos fúnebres militares en todo el mundo (*).
Coronel Von Rohaut
(*) Clikando aquí puede escucharse el "Taps" de las honras fúnebres de las Fuerzas Militares de USA. Y clikando aquí la "Sonnerie aux morts" de los militares franceses.
viernes, noviembre 21, 2014
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