Hace años y en mi función de Director de Exportación de la empresa donde trabajaba, recibí a unos posibles clientes/compradores del Senegal. Dos caballeros, negros de raza y color pero perfecta y elegantemente vestidos a la occidental con traje y corbata (nada de túnicas de colorines...), jóvenes y hablando un francés perfecto (habían hecho sus estudios en Francia y se habían graduado en una universidad de Paris).
Luego les invité a comer y durante la comida (manejaban cuchillos y cubiertos con toda solvencia), ya derivamos la conversación hacía temas mas generales.
Entonces uno de ellos, el que parecía de mayor cargo, me confesó que su abuelo, que había sido el jefe del poblado donde él había nacido, había fallecido recientemente y, al morir, se había convertido en una gallina. Y me dijo que ahora su abuelo era una gallina (no lo entendí mal, me dijo "maintenant il est une poule") que se paseaba tranquilamente por el poblado, picoteando, y que nadie se la comería... Y lo dijo sin que se le escapara la risa; no era una coña. Lo pensaba de verdad...
Vale. Pues, lo lamento pero, cuando los bienpensantes de siempre me dicen que hemos de respetar todas las culturas y religiones; que todas las razas y culturas (blancos, negros, moros, gitanos, etc.) son igual de respetables, yo lo siento mucho. Pero a un pobre tarado (o porqué su religión sea la animista, ancestral de algunos indígenas de la costa africana y en la que predominan los espíritus, y menos mal que no era de la musulmana mayoritaria en Senegal) que me dice que su abuelo es una gallina, no puedo respetarle ni puedo escucharle en serio.
Coronel Von Rohaut
(PS) En la religión animista africana los difuntos no ascienden al cielo si no que permanecen con nosotros y se trasmutan en animales domésticos o en plantas como el boabab.
sábado, agosto 19, 2017
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