Cada día me maravilla más la sutileza de la justicia hispano-castellana.
¡Oh Dios! ¿Por qué no permitiste que yo naciera en Australia y me condenaste a soportar a esta gentuza, esta chusma descarada y maloliente?
Coronel Von Rohaut
(*) ¡Y yo le insulto a él basándome en que él tampoco es igual de patas arriba que de patas abajo ya que lleva el cerebro colgando del culo!
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