Mi madre, aparte de que con su magro sueldo en una fabrica textil de Barcelona, tenía que subvenir al gasto familiar de su suegra (mi abuela y madre de mi padre, que nunca había trabajado y vivía con nosotros o, mejor dicho, nosotros vivíamos en su domicilio), de ella misma y de mí, periódicamente y dentro de sus posibilidades tenía que enviar paquetes de comida a mi padre, preso en un campo de concentración alemán durante la IIGM (había sido hecho prisionero en la playa, en el reembarco de Dunkerke de las tropas británicas, en la primavera del 1940).
Mi padre le tenía dicho que no le enviara pan ya que los paquetes tardaban en llegar y el pan llegaba totalmente enmohecido. Pero lo que mas anhelaba era el tabaco, casi mas que las conservas de comida...
Pero si estaba a la vista, los guardianes alemanes se lo quitaban cuando revisaban todos los paquetes antes de su entrega. Como nos explicaron, el truco consistía en poner los cigarrillos dentro de una lata de conserva (previamente vaciada y secada) a la que se volvía a soldar la tapa; aunque quedase algo burdo, pero colaba. Y de preparar esto se cuidaba el "tiet" Ernest, hermano de mi padre y mi padrino, que había podido regresar a casa al final de la "drôle de guerre" en la que él también se había visto inmerso.
Y luego había que embalar los paquetes, en tela de saco o arpillera y cosidos, pero que se pudieran abrir para revisar, y llevarlos a la plaza de Catalunya, de Barcelona, a las oficinas de Iberia que funcionaba como representante exclusiva de "Lüfthansa" y que era la unica compañía autorizada a volar a Alemania.
Y todo esto tenía un coste...
Coronel Von Rohaut
lunes, febrero 27, 2017
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