Al igual que el muy cristiano y piadoso gobierno castellano del PP ya impugnó la ley Catalana que prohibía, en Catalunya (los salvajes, en su casa, que hagan lo que quieran..., ya les perseguiremos luego en nombre de la humanidad), las corridas de toros, ahora ha impugnado y dejado en suspenso la ley balear que, si bien permite el toreo con capote y muleta (no deja de ser un simulacro casi impracticable), prohíbe la sangre (pinchar, banderillear, picar y estoquear o matar, al toro en la plaza, ante el público y como motivo de festejo).
Ya se sabe, los hidalgos castellanos, seguidores fervorosos de San Francisco de Asís (!!!) exigen sangre.
Quieren ver el sufrimiento y la muerte del animal bajo tortura.
A una defensora de los animales que decía que lo ideal ya hubiera sido (pero las leyes españolas no lo consienten) prohibir toda "la Fiesta", un periodista le pregunta "¿pero y los derechos de los amantes de las corridas?". Que cambien de afición, le responde...
Añado yo, igual que los amantes de las ejecuciones publicas (en Francia miles de personas aplaudían cuando rodaban cabezas bajo la guillotina), cuando lo prohibieron tuvieron que quedarse en casa haciendo punto de calceta; más aburrido pero menos salvaje...
Coronel Von Rohaut
martes, julio 25, 2017
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