El delantero africano del Barcelona, Samuel Eto'o, excelente deportista, decía en una radio de Madrid, que es con la que mas habla, que se iba a su país, Camerún, para el entierro de su abuela. Le preguntaba el locutor que cuando había fallecido la buena señora y respondió que hacía tres semanas pero que no la enterrarían hasta su llegada y que de momento la tenían en el frigorífico.
Al filo de esta noticia me viene a la memoria una anécdota vivida hace años en que, cómo responsable de exportación de mi empresa, vinieron a visitarme un par de negros de Costa de Marfil, interesados en la distribución de nuestros vehículos. Iban perfectamente vestidos de forma occidental, con traje y corbata. Eran hasta elegantes y lo hago resaltar porqué otro cliente, no sé si de Mali o de la República Centroafricana, nos venía con gorro y túnica hasta los pies, todo de color calabaza brillante. Con sus casi dos metros, impresionaba.
Invité a comer a mis dos negros y después del almuerzo, charlando sobre su país y sus costumbres, uno de ellos, que me había dicho que era licenciado en economía por la Universidad de París, me soltó que su abuelo, jefe del poblado, había fallecido recientemente y se había convertido en una gallina ("une poule", me dijo).
De momento no hice ningún comentario y me quedé expectante para ver dónde estaba la gracia o si el negro se estaba quedando conmigo. Pero no, a pesar de su elegancia occidental, su excelente educación y buen nivel de francés y su licenciatura en una universidad europea, aquel joven estaba firmemente convencido que su abuelo, al fallecer, se había reencarnado en una de las gallinas que corría y picoteaba por la plaza del poblado.
Cómo dicen algunos, hay que respetar todas las creencias y yo lo hago y que hay gente que proviene de otras culturas, que yo también respeto.
Pero nunca tan bien dicho, "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda".
Coronel Von Rohaut
lunes, junio 25, 2007
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