Coronel Von Rohaut
(En la imagen, la pérdida de Cuba en la batalla naval de Santiago, en la guerra hispano-americana de 1898).
Borja de Riquer i Permanyer: La Vanguardia 29 oct 2015
"El ADN español".
"Esta contundente afirmación es de un sabio profesor colombiano
que actualmente es el director de docencia de una de las más prestigiosas
universidades de Medellín, en donde estuve recientemente invitado para
pronunciar unas conferencias.
Cuando manifesté mi sorpresa ante una aseveración tan rotunda,
él añadió que sostenía esta tesis después de haber seguido desde hacía años las
tensiones entre los catalanes y los gobernantes de Madrid y haber comprobado
cómo estos actuaban de igual manera que hace doscientos años ante los criollos
de Nueva Granada que gritaban "viva el rey y muera el mal gobierno".
En Colombia, me decía, a principios del XIX no había muchos
independentistas pero sí un gran descontento por la política practicada por los
funcionarios españoles, y las quejas ante los virreyes y el gobierno de Madrid
no recibieron nunca la más mínima atención, Como pasa en Catalunya.
Esta continuada desatención, acompañada de un notable desprecio
hacia la gente de aquí, como en Catalunya, fue lo que hizo crecer los
partidarios de la independencia. No querían depender de aquellos funcionarios
ineficaces y corruptos y de aquel gobierno de Madrid, tan lejano como soberbio.
Cuando
oigo hablar a Rajoy, y sobre todo a Sáenz de Santamaría, decía el amigo colombiano,
me parece que estoy oyendo lo mismo que decían los virreyes y los gobernadores
españoles de hace dos siglos.
Sólo saben amenazar con castigos y leyes y se muestran tan
arrogantes como desconocedores de los problemas.
Da la impresión de que contemplan a los catalanes como hace dos
siglos los gobernantes de la metrópoli se miraban a los habitantes de sus
colonias.
Esta actitud cerrada de los funcionarios fue la que propició la
emancipación primero de toda la América continental y, setenta años más tarde,
de Cuba. Los gobiernos de Madrid perdieron Cuba, sostenía el colega de
Medellín, por despreciar a los cubanos, penalizarlos económicamente y por
incumplir los acuerdos de paz de Zanjón.
Cuando ofrecieron la autonomía a la isla, el año 1897, ya era
tarde y los cubanos sólo querían la independencia. Pienso, concluyó, que los
que hoy gobiernan en Madrid acabarán por perder Catalunya porque no tienen la
mentalidad de políticos, sino de orgullosos funcionarios que no están
dispuestos a negociar nada con nadie.
Estas ideas del amigo colombiano me recordaron las reflexiones
de Jaume Vicens Vives sobre la ausencia de cultura de pacto en los gobernantes
castellanos. Eran una gente, decía Vicens, que prefería luchar hasta el final,
aunque supieran que serían vencidos, que hacer cualquier cesión, que siempre
era considerada como una indignidad.
Como me
decía el colega de Medellín, los altos funcionarios de Madrid son una especie
de hidalgos orgullosos insensibles a la cultura del pacto. Prefieren perderlo
todo con honor que llegar a un acuerdo con sus antagonistas. No fue España la
que perdió el imperio colonial, añadía, fueron los funcionarios y gobernantes
de Madrid los que con su actitud altiva consiguieron que la lucha por la
independencia cuajara en toda América Latina en pocos años. La tesis de este
colombiano va acompañada de un notable interés y de un conocimiento bastante
preciso de la realidad catalana. Me confesó que siguió en directo desde
Medellín la larga noche electoral del 27-S que transmitió TV3, una muestra más
de la gran resonancia internacional que "el caso de los catalanes"
está alcanzando.
Hoy no hay ninguna duda que en el Estado español predomina un
modelo político-económico claramente construido a partir de la centralidad de
Madrid. Lo dije en un artículo en La Vanguardia en mayo del 2014, titulado
"Madrid es el problema". Allí me refería a la gran concentración de
decisiones políticas, económicas y financieras que hay hoy en la capital y al
predominio de una nueva oligarquía madrileña integrada por altos funcionarios
de la administración central, por dirigentes y ex dirigentes de los dos
partidos de turno, y por directivos de grandes compañías, multinacionales y
bancos. Es el más importante núcleo de poder que hay en España y en él predomina
una ideología corporativa construida a partir de una amplia red de
complicidades, influencias y favores políticos y económicos que se ha simbolizado
como "el palco del Bernabeu".
Esta hegemonía, con la complicidad de una parte de las élites
catalanas, (los "botiflers") depende de la pervivencia de este modelo de centralización de los
poderes.
Los altos
funcionarios, cuando hacen de gobernantes, no ven más allá de las leyes y las
ordenanzas y están acostumbrados al "ordeno y mando". Incapaces de
arriesgarse ante situaciones de crisis, prefieren dejar pasar el tiempo,
creyendo que este lo acabará arreglando todo. No tienen sensibilidad política
para adaptarse a los cambios y las exigencias sociales.
Para ellos, gobernar es resistir y nada más. De seguir en estas actitudes
cerradas y ciegas no hay duda que estos altos funcionarios de Madrid que hacen
de gobernantes también conseguirán perder Catalunya como, en su tiempo,
perdieron América Latina."
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