Tahar Ben Jelloun es un escritor y poeta marroquí educado en su país, Marruecos, pero en lengua francesa y escritor en francés ganador del Prix Goncourt, el mas prestigioso de la literatura francesa, en el año 1987. Reside habitualmente, desde hace unos años, en París.
Ante la actual problematica de la gran tasa de inmigración en Europa, procedente del Mahgreb, con los problemas de identidad que ello comporta, con la disyuntiva entre asimilación e integración o multiculturalidad, segregación y "ghetos", Ben Jelloun debería estar bien situado para analizar la temática.
En uno de sus últimos artículos se refiere y critica la posición de un famoso cantante irlandés, Patrick Morrissey, que dice que no quiere volver a vivir en Inglaterra debido a que en dicho país, por la invasión de extranjeros de todos los puntos del mundo, desde negros jamaicanos a pakistanís musulmanes y "sighs" hindús, "se está perdiendo la identidad británica".
Estoy de acuerdo con Ben Jelloun cuando insinúa que a veces aceptamos cómo "importantes" las opiniones de cantantes engreídos por su fama y añado yo, futbolistas, cineastas, "famosetes" en general, etc., que son famosos precisamente por ser "rockeros", futbolistas o actrices de "strip tease", pero que ello no les da ninguna autoridad en el tema sobre el que opinan. Son, por lo tanto, opiniones legítimas como todas pero en absoluto trascendentes.
Pero también estoy de acuerdo con Morrissey sobre la "pérdida de la identidad británica", así cómo la de la "identidad francesa", de la "europea" o de la "occidental cristiana" en general.
Viene a decir Ben Jelloun que, al admitir por necesidades económicas, de mano de obra, etc., la llegada de gentes de otras culturas, "la civilización judeo-cristiana de piel blanca ha abierto sus puertas". Por lo tanto, nos hemos de acostumbrar al cambio de naturaleza, de aspecto, a la modificación del paisaje humano acaecida en la blanca Europa.
Recuerdo que hace más de cuarenta años, cuando en España no se vislumbraba ni en el horizonte la posibilidad de éste cambio, un profesor mío de "Comercio y Relaciones Exteriores" ya nos prevenía que, en el futuro, no seríamos ni blancos ni negros sino "todos grises". Era una forma gráfica de anunciarlo y todos nos reíamos mucho.
Pero el futuro ya nos ha alcanzado y en el fondo no me molesta tanto el cruzarme por la calle con gentes de otro color y aspecto. No me incomoda la modificación del "paisaje humano". Me sabe mal la posible "pérdida de la identidad europea", no por blanca sino por culta, por la acumulación de siglos de civilización que representa, por la moral que ha conformado nuestra personalidad incluidas nuestras hipocresías, por la cultura del trabajo, del esfuerzo y la disciplina.
Afirma Ben Jelloun "que convivir no es fácil y que hay que aceptar que no estamos solos ni lo estaremos". Pero también los que llegan han de aceptar que llegan a un lugar que ya existía, que ya era antes que ellos llegaran y que deben adaptarse ellos a lo que encuentran. De esto, Ben Jelloun no habla casi nunca.
Ben Jelloun ironiza sobre Le Pen (no lo nombra, pero fue él) cuando dijo que la selección francesa de fútbol, llena de negros, no era francesa. Yo tampoco estoy de acuerdo con Le Pen y encima, por sus características físicas, dichos negros están mucho mejor capacitados para la mayoría de deportes. Pero realmente, siendo que muchos, negros y moros, ya han nacido en Francia, tampoco les costaría nada hacer un pequeño esfuerzo e intentar seguir la letra de "La Marsellesa" al inicio de los partidos, por ser el himno del país que ellos y sólo ellos, han elegido para vivir y prosperar.
También cita Ben Jelloun a su compatriota (hija de marroquí) la ministra de justicia francesa, Rachida Dati, de la que lamenta que tiene problemas debido a su origen. Hay que aceptar que siempre hay reticencias y a todo el mundo hay que dejarle un tiempo (¿una, dos generaciones?) de adaptación. Pero precisamente Rachida Dati, hija de mahgrebíes pero que estudió en un colegio de monjas, se doctoró en derecho, opositó a juez y ha llegado a ministra, es un buen ejemplo de integración y aprovechamiento. Quizás sigue profesando la religión musulmana y es muy libre de hacerlo, pero no se disfraza con velos y queda "chic" e incluso "sexy" con su vestido largo y escotado de "Chanel"...
¡ Cagüen la leche ! Ahora me doy cuenta que casi todo lo que acabo de decir sobre la integración de los moros en Francia lo hubiera podido decir de los andaluces en Catalunya. No es cuestión de razas... ¡Es cuestión de educación y buena voluntad!
Coronel Von Rohaut
lunes, diciembre 31, 2007
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