En breves días se me han mezclado varias lecturas, artículos periodísticos y libros que, sin querer, se han unido por una especie de hilo conductor.
Un biógrafo de Alejandro Dumas padre, el autor de Los Tres Mosqueteros, recuerda que dicho escritor, en su día cruelmente tratado por la critica literaria por ser un escritor prolífico, desmesurado en lo profesional y en lo humano, modernamente está siendo reivindicado.
Es cierto que su producción literaria es descomunal, que tenía un "taller de escritura" y creó la figura del "negro" o escritores que trabajaban para él. Pero los personajes, las historias y el estilo eran suyos. Muchas de sus obras se editaban en fascículos y estaban destinadas a un público multitudinario y popular. Pero a pesar de no practicar una escritura hermética, intelectual y sólo para iniciados o "snobs" papanatas cómo muchos otros artistas (escritores, poetas o pintores) nadie pone en duda, ahora, su gran y real calidad literaria.
Y personalmente, mestizo de negras africanas y rubios franceses, hijo bastardo de un general. Un agraciado gigante de metro noventa, de piel morena y ojos azules, era un gran, un desaforado e insaciable follador, así como un comedor de apetito voraz y autor de un Gran Diccionario de la Cocina que es un tratado de gastronomía todavía válido en la actualidad, escrito en 1868. Permitan ustedes que me ría yo de las esferas comestibles de humo de Ferrán Adriá...
También en la biografía de Nicolás Sarkozy que estoy leyendo, se alaba su infatigable actividad, su casi viciosa dedicación al trabajo y su no menor dedicación a las señoras y señoritas. Su éxito juvenil en los ligues y en sus recientes y actuales devaneos, bodas y divorcios con infinidad de aventuras intermedias, algunas sonadas cómo con la hija de Jacques Chirac.
Su actual divorcio siendo Jefe del Estado no se había dado desde Napoleón Bonaparte, otro que tal follando a destajo. Y Sarkozy ha declarado siempre su admiración por Napoleón y ser "bonapartista" cómo el personaje de Alejandro Dumas, El Conde de Montecristo. A diferencia de Dumas, tanto Napoleón como "Sarko" son mas bien bajos y bastante acomplejados por ello. Quizás de ahí proviene su agresividad y deseo irrefrenable de destacar, de "trepar" y triunfar.
Siendo "populista" o sea, nada aristocrático, un "parvenu" en la alta sociedad francesa de aquellos tiempos, Bonaparte era, sin embargo, hombre de gran cultura. Dejó, en los pocos años que dirigió el país y aparte su gloria militar y estratégica, una obra de gobierno colosal, revolucionaria y con modernas innovaciones, tanto legales y jurídicas cómo científicas, muchas de las cuales aún perduran en nuestros tiempos.
También Sarkozy es un "populista", pero sus discursos que, al parecer, los escribe todos personalmente, son de gran altura, con autentica calidad literaria y de contenido ideológico bien expresado, además de "esprit" o sea, gracia y finura.
En otro artículo le preguntaban al escritor catalán Emili Teixidor, que se lamentaba de la poca afición a la lectura que hay en España, posiblemente ligada a la defectuosa y pobre enseñanza primaria, si a los niños se les debe obligar a leer a los "clásicos".
Teixidor contesta que sí, pero a pequeñas dosis. Fragmentos escogidos y no obras completas.
No sé si en España y en Catalunya se hace así o no. Pero al filo de todas estas noticias, recuerdo y creo que ya lo he explicado alguna otra vez, cómo me marcó el libro de lectura de mi infancia en la escuela francesa.
El "Dumas", así llamado porqué su autor y encargado de escoger y recopilar fragmentos de obras de la literatura clásica francesa, mezclados con reglas y ejercicios gramaticales, era Alejando Dumas hijo, autor a su vez de La Dama de las Camelias que, convertida en ópera, se transformó en La Traviata, de Verdi.
¡Ay, mi "Dumas"!
Coronel Von Rohaut
sábado, enero 05, 2008
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