Por las selvas y planicies africanas deambulaban, libres, millares de animales salvajes, antes que las cacerías indiscriminadas y excesivas cómo, sobre todo, la presión demográfica, confinara a los pocos supervivientes en unas reservas y parques nacionales, donde viven hacinados.
En algunas de dichas reservas, de superficie limitada y al no haber, afortunadamente, caza de animales (con la dolorosa excepción de los furtivos), algunas especies crecen excesivamente y presionan sobre las capacidades de sostenimiento de la misma reserva. Hay que organizar batidas de elefantes para controlar su número ya que, de lo contrario, agotarían las reservas vegetales debido a su voraz apetito y después de desertizar la propia reserva, morirían de hambre todos los componentes de la especie. Hay que matar a algunos para que sobrevivan otros.
La Tierra, todo el planeta Tierra es, para el hombre o la raza humana, una "Reserva Africana", al borde del colapso.
Claro que gente pesimista o catastrofista ha augurado varias veces el fin del mundo. Pero la propia naturaleza y sus sistemas de regeneración y de autodefensa así cómo, en época reciente, el gran desarrollo tecnológico, con soluciones insospechadas hasta hace poco, han evitado dicho fin y nos han permitido ser optimistas. Quizás, incluso, demasiado optimistas...
La Tierra sostenía, en el año 500 antes de Cristo, a 100 millones de habitantes, que se habían doblado quinientos años después o sea, 200 millones cuando Jesús deambulaba por sobre las aguas del lago Tiberíades, hoy Mar de Galilea.
Entre los años 1.000 dc. y 1.800, pasó de 310 millones a casi 1.000 millones, pero sólo un siglo después y en plena revolución industrial, ya pasó a 1.650 millones, que se dobló en sólo 65 años, a 3.300 millones. Que casi volvió a doblarse en sólo 40 años pues en el 2.005 ya éramos la friolera de 6.400 millones de almas.
La proyección para el próximo 2.010 es de 7.000 millones de hormigas humanas. Que tan sólo es un 3.500% más que cuando vivía San Pedro...
Que debido a la combustión de combustibles fósiles y sus emanaciones, tanto en hogares domésticos cómo en fábricas y centrales eléctricas y elementos de transporte, usados por cada vez mas personas, estemos modificando el clima de la Tierra, no es el problema.
Que a los que ya usamos automóvil con motor de explosión, que contamina, se sumen ahora millones de chinos e indios, que tienen todo el derecho del mundo, no es el problema.
Que dichos combustibles fósiles, gas, carbón y petróleo, que tardaron millones de años en formarse, que ya no se renovarán jamás y que son los que crean el calentamiento global por el efecto de invernadero que crean sus gases, encima los estemos agotando rápidamente, no es el problema.
Siempre han habido cambios climáticos a causa de ciclos naturales. A épocas glaciales han seguido épocas tropicales, pero ha sido de forma paulatina y a lo largo de siglos. Ahora, la actividad humana lo está acelerando de forma que quizás sea imposible la natural adaptación. Pero éste no es el problema.
A lo largo de la vida de un sólo hombre que, a escala histórica es cómo un soplo, hemos asistido a la desaparición o casi de enormes glaciares alpinos (o pirenaicos, o islandeses, etc.). Se han fundido las nieves eternas de muchos picos y montañas; que "Las nieves del Kilimanjaro" ya no sean más que el titulo de una película, no es el problema
Se están fundiendo a una velocidad vertiginosa, que se aprecia año a año en las fotos tomadas por satélites, los hielos árticos lo que causará la desaparición, en breve, de los magníficos osos polares. Pero que la humanidad se quede sin el mayor de los carnívoros, lo que es una gran pérdida para la diversidad biológica, no es el problema.
Que casi hayamos acabado con el bacalao y que los millones de malditos japoneses estén arrasando con el atún y cacen y se coman las pocas ballenas que quedan, que son el mayor mamífero del planeta, no es el problema.
Que muchos ríos se hayan convertido en cloacas y alcantarillas llenas de mierda, que los océanos estén contaminados y muchas tortugas y delfines mueran por tragarse toneladas de bolsas de plástico que los hombres tiramos al mar sin ninguna consideración, no es el problema.
Que por la tala masiva de selvas tropicales, para la explotación de la madera, se estén desertizando inmensa zonas de la Amazonía, en Brasil. O que en Sumatra y Borneo, por la desaparición de su "hábitat" arbóreo, estén en vías de extinción nuestros parientes próximos, los orangutanes, no es el problema.
Que debido a la presión demográfica que reduce sus "hábitats" así cómo a la miseria de las poblaciones humanas de su entorno que se los comen, se estén extinguiendo nuestros primos, chimpancés y gorilas, tan cercanos a nosotros por genética y por algunos de sus rasgos "culturales", no es el problema.
Que los coches que cruzan el Parque de Doñana para ir a la playa atropellen a los poquísimos linces ibéricos que quedan en el mundo. O que desaparezcan, por falta de espacio, los lobos con su magnífico espíritu de manada al igual que las águilas o cigüeñas que alegraban nuestros cielos, abatidas por cazadores criminales las unas o estrelladas contra líneas eléctricas las otras, no es el problema.
Si todos los millones de chinos e indios que aún viven precariamente en zonas rurales o barrios de chabolas y sin ningún confort desean y tienen todo el derecho moral a hacerlo, disfrutar de nuestras comodidades y por ejemplo, empiezan a usar papel higiénico de celulosa, no hay bosques suficientes en todo el mundo para abastecerlos. Y si arrasamos todos los árboles de la Tierra para limpiarnos el culo, blancos, negros y chinos, ese no es el problema.
Que los bosques de "sequoias" más que centenarias o que los "red woods" o bosques de magníficos pinos gigantes, que son cómo las catedrales de la naturaleza, ya sólo puedan admirarse en algunas pequeñas áreas del oeste americano, no es el problema.
Que a pesar de todos los adelantos científicos en la agricultura y en la industria agro-alimentaria, colosales en los últimos años, sigan muriendo de puta hambre millones de hombres, mujeres y niños en multitud de países tercermundistas, todo y la gran tragedia o catástrofe humana que ello representa, no es el problema.
El problema, es que ya somos demasiados. Que no cabemos.
Antes, las enfermedades y la desnutrición limitaban la expectativa de vida. La elevada mortalidad infantil causada por lo anterior mas la falta de higiene, retardaba el crecimiento de las poblaciones. Una guerra cada cuarenta años, con miles o millones de muertos, aclaraba la población europea.
Ahora la población europea se reduce por la baja natalidad pero envejece de forma alarmante y ha de importar mano de obra. Pero mano de obra que crece de forma descontrolada en el tercer mundo, donde se reproducen cómo conejos y a la que no podremos ni acojer toda en el primer mundo, ni alimentar ni curar.
O controlamos la población mundial cómo a los elefantes de la "reserva africana". Naturalmente no matándoles pero si gestionando su crecimiento, su reproducción. Manteniendo la población total en unos márgenes sostenibles y soportables para la superficie de la "reserva" y sus recursos naturales, o esto se va al puto carajo.
Dicen que un pesimista no es mas que un optimista informado.
Pues eso... a la puta mierda.
Coronel Von Rohaut
sábado, enero 26, 2008
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