lunes, agosto 06, 2012

¿Y si me cago en sus muertos?


Algunos amigos míos, y más de una vez, me han reprochado el tono "groller" (grosero) de este mi "blog", mi abuso de palabras malsonantes ("prohibida la  palabra soez", que rezaban los tranvías de Barcelona de mi infancia y yo, en mi inocencia, me preguntaba por qué tenían que prohibir dicha palabra y qué quería decir exactamente...)(*).

También se quejan que insulto demasiado y gravemente. Y desde un punto de vista fino y educado (yo también tengo amigos finos y educados), tienen razón. Muestro mi parte más salvaje, mi cara más incorrecta y descortés; de baja estofa y hasta tendencia barriobajera y poligonera.

Pero a un deportista olímpico catalán que juega en una selección española (ni hay ni puede hacerlo en otra), que ha dicho que juega porqué es su deporte y que lo hace por profesionalismo, pero que él no se siente español (lo que también dirían muchos otros si tuvieran un par de huevos o no dependieran tanto de "la pela", lo que hay que disculpar ya que "primum vivere"), le han caído hostias de todos los lados (españoles) y su página de "twiter" se ha visto inundada por graves insultos a él y a toda su familia (generalmente las madres primero) y por todo tipo de descalificaciones. Naturalmente, tanto a él como a su país, su patria confesada, Catalunya.

Pues aquí tienes. Por esto. Por esto es por lo que yo, humildemente, insulto tanto como puedo a los nacionalistas españoles exclusivos y excluyentes, a los putos mesetarios retrógrados y cavernícolas, a los centralistas hispano-castellanos invasores, rapaces y carroñeros.
En defensa propia, ni que sea colectiva.

Y entonces mis amigos, los finos, que los tengo y les quiero, me insisten que así me pongo, me bajo a su puto nivel. Lo que me rebaja como persona y descalifica intelectualmente; hasta me sonroja y lo admito y asumo. Pero es que yo, y lo proclamo bien alto, no estoy tocado por la gracia de Dios ni practico la caridad cristiana con mis enemigos. Ni dispongo de la suficiente bondad franciscana para poner la otra mejilla. No señor. Yo, si puedo, respondo con una patada en los cojones y con ganas de reventárselos.

Pero cuando no les tengo físicamente a tiro, me cago en sus muy putas madres y así lo dejo escrito aquí.
Por higiene mental.

Coronel Von Rohaut

(*) Lo prohibían en unas placas metálicas, junto con "la blasfemia" y con "asomarse al exterior", si bien esto último quizás era en los vagones de la RENFE y no en los tranvías; ya casi no me acuerdo...

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