Mucho hablar y criticar (hasta con insultos y fuertes descalificaciones) el nacionalismo catalán, cuando nadie señala el cada vez mayor crecimiento y endurecimiento del nacionalismo hispano-castellano.
Según distintas encuestas y de distintos medios de Madrid, cada vez es mayor y creciendo el número de españoles que, salvo en Catalunya, Navarra y País Vasco, desean un país sin autonomías y con un fuerte sentimiento revanchista y recentralizador.
Esta ola recentralizadora alcanza todas las ideologías y capas sociales. Ya no es patrimonio del electorado más conservador si no que la antipatía hacía las autonomías es transversal (*).
La fractura social, no entre las distintas clases sociales españolas o catalanas dentro de Catalunya, si no entre las sociedades catalana y española a nivel de Estado, ha llegado ya a un punto de no retorno.
Y el que no lo quiera ver y siga apelando a unas inexistentes "terceras vías", que se lo haga diagnosticar.
Como dijo, y dijo muy bien, ayer el Artur Mas, los catalanes ya llevamos mas de un siglo, y desde Cambó, estudiando y ofreciendo las "terceras vías". El ultimo episodio, y después de pasar por Pujol, cuando el proyecto de nuevo Estatut tumbado, de forma violenta y belicosa, por el centralismo castellano.Coronel Von Rohaut
(PS) Ambos en el Parlamento español. Imagen de arriba, el Wert, decidiendo solo. Imagen inferior, el Durán, instando a la ministra española.
(*) En el mismo sentido, pero al revés, que en Catalunya, donde el sentimiento independentista ya no es patrimonio de las clases medias catalanas, si no que cada vez está más extendido y uniformizado entre las clases obreras e inmigradas del antiguo Cinturón Rojo de Barcelona o área metropolitana de mayoría castellanoparlante, cada vez más partidarias de la autodeterminación para acabar con el expolio del gobierno central, que a todos perjudica por un igual y sea cual sea su origen, extracción o ideología.
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